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El 20º aniversario de Groucho Marx pasa inadvertido en Estados Unidos

Miguel Ángel Villena

Cuando los miles de devotos seguidores de Elvis Presley todavía no se han recuperado de su resaca de idolatría, el batallón de admiradores del genial Groucho Marx tuvo que celebrar ayer, como mucho con la intimidad de un vídeo casero, el 20º aniversario de la muerte de uno de los mitos del cine. Debió contagiar con su humor corrosivo a todos aquellos que lo conocieron de cerca porque Erin Fleming, su última compañera, anunció así su muerte el 19 de agosto de 1977: "Groucho está durmiendo tranquilamente. En paz. Ha decidido echarse una siesta y dejar que sus ojos descansen durante los próximos siglos"."Disculpen que no me levante", dejó escrito el cómico en el epitafio de su tumba, pero pocos habrán tachado a Groucho Marx de descortés porque en un país tan aficionado a las efemérides como Estados Unidos el aniversario pasó ayer absolutamente inadvertido. Ni ciclos culturales ni debates de estudiosos ni espacios de televisión recordaron a uno de los tipos con una de las verborreas más iconoclastas del siglo. Quizá los programadores de televisión todavía le guardan rencor por aquella sentencia suya: "Debo confesar que la televisión me parece muy educativa. En cuanto alguien la enciende, voy a la biblioteca y me pongo a leer un buen libro".

"De la nada a la miseria"

Nacido en 1890 en Nueva York en una familia de emigrantes alemanes de origen judío, la madre orientó a los cinco hermanos (Chico, Harpo, Groucho, Gummo y Zeppo) hacia las variedades y el teatro. Llegaron a hacerse famosos en los escenarios de Estados Unidos hasta que la Paramount los contrató en 1929. Su irresistible carrera "desde la nada a la más absoluta miseria" si bien el parlanchín de bigote pintado dejó una cuenta de dos millones de dólares- se prolongó durante las décadas de los treinta y cuarenta con títulos antológicos como. Una noche en la ópera, Un día en las carreras, Sopa de ganso o El hotel de los líos.

Desbordados los cómicos clásicos del cine de Hollywood, Charles Chaplin, Buster Keaton, e incluso Stan Laurel y Oliver Hardy, por la llegada del sonoro, los hermanos Marx basaron en la agudeza verbal y en las frases ingeniosas un éxito que' ha perdurado generación tras generación. Desde papeles de marginados, Groucho,. Chico y Harpo (los otros dos sólo fueron actores ocasionales) dinamitaron los fastos del poder, sus protocolos y pompas las convenciones sociales al estilo de: "la principal causa de divorcio es el matrimonio". En suma,, la lógica de cualquier situación a partir de un memorable trío compuesto por un oportunista, un pícaro y un mudo.

"Jamás me haría socio de un club que admitiera a gente como yo" exclamó una vez Groucho arqueando las cejas y como muestra de esa falta de respeto a sí mismo que le permitió reírse también de los demás.

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