El fósil del 'hombre de Orce' pertenece en realidad a un caballo, según los científicos
Dos artículos descartan el origen humano del cráneo hallado en Granada en 1982
El hombre de Orce parece haber pasado a mejor vida a los 15 años de su descubrimiento. Sin alharacas, la comunidad científica internacional ha dado por terminada la polémica sobre el hallazgo de restos humanos muy antiguos en el yacimiento de Orce-Venta Micena (Granada), aún reconociendo la importancia del yacimiento para la paleontología. La vía elegida ha sido la publicación de dos artículos demoledores en la prestigiosa revista Journal of Human Evolution, uno de ellos firmado por uno de los tres descubridores del cráneo de Orce.
Este artículo, de Salvador Moyá Solá, lleva un título sobradamente expresivo: Anatomía de una equivocación.El llamado hombre de Orce ha sido siempre un fragmento craneal fósil de menos de 10 centímetros, no aceptado como humano por la mayoría de los paleontólogos y que se cree pertenece a un équido, y dos pequeños huesos más. El cráneo fue descubierto por Josep Gibert, Salvador Moyá Solá y Jordi Agustí. Su antigüedad (más de un millón de años) convertía su adscripción al género humano en clave para determinar la fecha de llegada de los primeros pobladores europeos al continente. Pero siempre estuvo rodeado de una viva polémica.
En 1995, Paul Palmqvist, perteneciente a la Universidad de Málaga, aplicó un novedoso método en paleontología, el análisis por fractales, a las suturas del fragmento craneal del que se había deducido la, existencia del hombre de Orce. Su análisis resultó positivo para la tesis favorable al origen humano y fue el único que conoció la publicación en una revista prestigiosa (sometida a la evaluación de otros expertos) en apoyo de esa hipótesis desde que se anunció el descubrimiento en 1983.
Corrección
Ahora el propio Palmqvist reconoce en la misma revista, The Journal of Human Evolution (julio de 1997), que su análisis de entonces se realizó sobre un dibujo suministrado por Gibert (quien tiene todavía el fósil), que resultó estar muy simplificado. Cuenta Palmqvist que cuando Moyá le suministró posteriormente otro dibujo, extraído directamente de fotografías, su análisis demostró inmediatamente que no se trataba de un resto humano. La explicación es que las líneas de sutura en el cráneo son muy diferentes en humanos y en équidos."Este fósil ha sido sujeto de una fuerte polémica", escribe Palmqvist, "una de cuyas consecuencias indeseadas es que ha evitado a muchas opiniones de la comunidad científica apreciar la verdadera herencia de Orce, que es indudablemente sus muy ricos yacimientos de macromamíferos del Pleistoceno inferior".
Moyá y Meike Kohler inciden en el tema en un artículo posterior en la misma revista, titulado Anatomía de una equivocación, en el que realizan un completo análisis anatómico del fragmento craneal. Recuerdan que ya desde 1987 tanto Moyá como Agustí pusieron en duda la pertenencia al género Homo del cráneo de Orce y que éste apenas ha tenido repercusión en la literatura científica, y concluyen que el cráneo de Orce debe catalogarse definitivamente en el género Equus.Su principal argumento anatómico es la presencia de una sutura de corona, que, afirman, "es negada por los partidarios de que es un hueso humano" y que resulta clave para que sea imposible atribuir el fósil al género Homo."Este último argumento, junto a la morfología general del fragmento de Orce, nos permiten concluir que este especímen pertenece al cráneo de un Equus altidens inmaduro, muy frecuente en la localidad de Venta Micena, y que resulta innecesario buscar límites de variabilidad o patologías: se trata simplemente de un caballo común y ordinario", concluyen los autores. Su opinión, si se tiene en cuenta el gran prestigio de la revista que alberga su artículo, deja actualmente pocas dudas sobre la persistencia del hombre de Orce en la paleontología.
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