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Entrevista:

"Bagdad tortura y tiene prisioneros de guerra"

Xavier Vidal-Folch

La comisaría europea de Ayuda Humanitaria, Emma Bonino, es la primera personalidad internacional en visitar un Irak completamente bloqueado desde la guerra del Golfo, para coordinar la contribución humanitaria europea. Partidaria de suavizar el embargo, exige a Bagdad el respeto a los derechos humanos.Pregunta. ¿Está cumpliendo Irak los compromisos imprescindibles para el levantamiento del embargo?

Respuesta. El viceprimer ministro, Tarek Aziz, me ha pedido que le ayudemos a ello. Me ha asegurado que han cumplido casi todos sus deberes sobre armamento [transparencia para su control y eliminación de las armas de destrucción masiva]. Ha reconocido que queda pendiente alguna cosa [las armas bacteriológicas], pero asegurando que se trataba de algo marginal y que tienen todo el interés en cumplir para que se levante el embargo. Pero aunque aduzca que es marginal, lo importante es que ha reconocido que les faltan asignaturas que aprobar.

P. ¿Qué le ha respondido?

R. Que para bailar un tango se necesita siempre que dos lo quieran. Que deben completar la eliminación de las armas de destrucción masiva. Y que, además, hay dos factores muy importantes para nosotros, la UE: el completo respeto a los derechos humanos y la total cooperación con las Naciones Unidas en la aplicación de su carta fundacional.

P. No parece que Bagdad albergue una voluntad democratizadora.

R. Aún se registran torturas y desapariciones. Y se mantienen prisioneros de guerra [desde la invasión del emirato, en 1991, hay 605 prisioneros kuwaitíes en las cárceles iraquíes, aunque sus autoridades lo desmienten]. Le he recordado, y se lo he repetido varias veces, que avanzar en es tos ámbitos está completamente en sus manos. Y que si quieren demostrar voluntad de hacerlo, disponen de una inmejorable ocasión antes del 8 de septiembre, cuando se reúne en Ginebra la Comisión de Derechos Humanos.

P. ¿Considera eficaz el arma del embargo?

R. La comunidad internacional todavía no ha decidido una fórmula única para hacer caer a los dictadores. Se han ensayado muchas: complots, asesinatos, diálogos críticos, embargos, tribunales contra los criminales de guerra..., cualquiera antes que la intervención militar [en este caso, otra intervención], que se es reticente a emplear. La aplicación de sanciones quizá debe decidirse pragmáticamente, caso por caso. Tiene un aspecto negativo: duplica el sufrimiento de la población, ya sujeta a la dictadura. Como nunca se ha encontrado la solución perfecta, vale la pena empeñarse en el desarrollo de la resolución 986. Es un modelo único en la historia: mantiene el embargo, pero suaviza sus efectos en la población. E incluye un mecanismo magnífico, los 150 observadores internacionales, que controlan la distribución de la ayuda humanitaria. Tienen contacto con el pueblo, ante el que evidencian el apoyo de la comunidad internacional. Además el Gobierno se siente presionado, porque sabe que cuando das de comer a la gente es muy difícil interrumpir el flujo. Provocar eso recaería sobre él.

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