"De mayor me gustaría ser Fernán-Gómez"
Le encanta tocar todas las teclas y disfruta con los retos. A partir de esa visión de la vida no resulta extraño que Iciar Bollaín, que acaba de cumplir 30 años, le pegue a todo. Actriz desde que debutara en El Sur (1983), una magnífica película de Víctor Erice, esta madrileña ha interpretado después todo tipo de papeles en una carrera lenta pero muy medida que la llevó a ser una de las milicianas de Tierra y libertad (1994), el ya emblemático filme de Ken Loach sobre la guerra civil española. Su pasión por este radical británico y el conocimiento de su cine se han plasmado recientemente en un libro titulado Ken Loach: un observador solidario (EL PAÍS-Aguilar), que escribió a partir del rodaje de La canción de Carla, el filme ambientado en Escocia y en la Nicaragua de la revolución sandinista.Inquieta por contar sus propias historias -"me lo pedía el cuerpo", comenta- Iciar Bollaín se pasó al otro lado de la cámara con el rodaje de dos cortometrajes hasta que en 1995 dio el salto definitivo con Hola, ¿estás sola película fresca y renovadora, relato de un viaje de dos amigas jóvenes. Bollaín recibió premios, cosechó buenas críticas y alcanzó el éxito de público. Enfrascada este verano en la elaboración del guión de su segundo largometraje, Iciar Bollaín declara entre risas: "De mayor me gustaría ser Fernando Fernán-Gómez".
"Soy bastante obsesiva con las cosas, y si estoy embarcada en dos o tres proyectos a la vez, relativizo mucho más todo. Esto explica, en parte, que me dedique a tareas distintas, aunque también es cierto que en apenas dos años han aparecido muchos trabajos que llevaba tiempo preparando. Por ejemplo, el guión de Hola, ¿estás sola? estaba escrito desde 1989. Después tuvo un proceso de gestación muy largo y muy tranquilo " hasta que terminé de rodarla". Tiene unos ojos increíblemente expresivos y gesticula mucho con las manos. "No puedo olvidar que antes que nada soy actriz", dice a modo de explicación la cineasta, que reconoce tener por delante un largo camino como intérprete.
Es más, considera el teatro una espina", ya que hasta ahora no ha podido subirse a unas tablas. "Pero no es algo que descarte en absoluto. En realidad, no he podido interpretar ningún papel en el teatro por una pura cuestión de falta de coincidencia en el tiempo. Siempre que me han ofrecido algo, estaba trabajando en otra cosa", aclara. Dentro de estas múltiples facetas de cineasta-orquesta, Bollaín también se dedica a la producción a través de la firma La Iguana, montada con algunos amigos. Pero a renglón seguido asegura: "Como actriz cuentas historias ajenas, y como directora puedes tocar todas las teclas además de ser la autora". La formación de esta mujer vitalista y menuda ha ido al compás de sus necesidades. Estudió canto y danza a su aire, si bien recomienda la preparación en escuelas o facultades. "Acudir a un centro académico", sostiene Iciar Bollaín, "te proporciona una disciplina y una conciencia de trabajo en equipo que después se convierten en imprescindibles para hacer vidar que el cine es siempre una obra colectiva donde tu trabajo depende de la participación de los demás".
Deja siempre claro que no le gusta generalizar ni mucho menos "sentar cátedra" en una actitud a medio camino entre la timidez y la inteligencia. De todos modos, es consciente de que se ha convertido en los últimos años en un cierto punto de referencia en el cine español y soporta con paciencia, un poco a regañadientes, una fama que sobrevino de golpe tras los triunfos de Hola, ¿estás sola? como directora y de Tierra y libertad como actriz. "Antes apenas me reconocían por la calle un par de veces al mes. Ahora me paran todos los días. Durante años no he sido famosa, todo era muy tranquilo. Pero llega un momento en que te das cuenta de que eres una persona pública y no puedes decir tonterías. En cualquier caso, a mí la profesión no me ha cambiado la vida".
Tras subrayar que le gusta muchos tipos de películas, Iciar ollaín suspira cuando se le citan realizadores como el británico Ken Loach o los italianos Gianni Amelio (Lamerica) o Nani Moretti (Caro diario): "Claro que e gustaría ir por esa línea realista y e personajes reonocibles, con una mirada que entronque con lo cotidiano". "Es verdad", precisa la cineasta, "que en España se ha cultivado poco ese tipo de películas, y además no contamos con la tradición de documentalistas que tienen países como Inglaterra o Alemania. Ahora bien, en el cine español resulta díficil establecer categorías porque hay muchas individualidades. Esta circunstancia otorga, por otro lado, una gran riqueza a nuestras produeciones. Si te fijas, ninguno de los directores jóvenes sigue en España una tradición o una escuela determinada. Cada uno tiene su propio estilo, y ahí están los casos de Julio Medem, de Chus Gutiérrez, de Juanma Bajo Ulloa, de Alejandro Amenábar..."
En opinión de Iciar Bollaín, el cine español vive un buen momerto. Sonríe, lo cierto es que no para de sonreír durante toda la, entrevista, cuando recuerda que hasta hace pocos años le costaba Dios y ayuda arrastrar a sus amigos a ver una película española. "Se ha recuperado un público a partir de una oferta muy variada de temas, de estilos... En muchos filmes observas que la sala está llena de gente de todas las edades, y eso resulta muy estimulante".
Dentro del realismo se enmarca el guión que Bollaín está preparando durante estos meses de verano con el novelista Julio Llamazares. "Sin duda, el guión es una de las claves de una película, y a mí me gusta escribir en colaboración. Es muy interesante practicar un cierto tenis de ideas a la hora de escribir, y en este guión necesitaba a alguien como Llarnazares, que me encanta como escritor y que procede de un mundo rural, que yo sólo conozco de visita". Aunque reticente a ofrecer muchos detalles de su próximo largometraje, Bollaín aclara que se trata de "una hístoria de relaciones de parejas con un pueblo como escenario de fondo de la historia".
No dada en calificar de "desembarco" la irrupción de la mujer en todos los campos del trabajo cinematográfico. "Las mujeres han entrado ya en todos los ámbitos laborales, no sólo en el cine", comenta. "En el rodaje de Hola, ¿estás sola? eramos mitad y mitad, y no porque nos hubiéramos propuesto ninguna medida de discriminación positiva. La verdad es que hacemos ruido las mujeres, pero no podemos olvidar que seguimos siendo una minoría".
No renuncia, desde luego, la cineasta a nuevas incursiones en la literatura tras la experiencia del libro sobre Loach. "He escrito desde muy joven. Diarios de viajes, por ejemplo. He estado hace poco en China, y ya estoy ordenando mis notas para ver si escribo algo. Pero la literatura me merece, sin duda alguna, mucho respeto. La experiencia del libro sobre Loach fue apasionante, pero cuando acepté el encargo enseguida pensé que no sabía dónde me había metido. La literatura me impone más que el cine, donde el guión es sólo una fase de la elaboración de una película". No descarta, sin embargo, repetir la experiencia de retratar el trabajo y la personalidad de algún cineasta como ya ha hecho con Ken Loach. "Claro que me gustaría escribir y publicar una novela", señala, "pero es algo que me planteo a largo plazo. Cuando sea mayor".
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