Israel teme nuevos atentados suicidas, mientras se producen numerosas detenciones de palestinos
Israel teme nuevos atentados suicidas. Según informaciones de sus servicios de espionaje, se encontrarían infiltrados en el país un número indeterminado de comandos de extremistas palestinos, dispuestos a efectuar nuevas matanzas como la llevada a término el pasado miércoles en un mercado de Jerusalén, que costó la vida a 15 personas e hirió a otras 170. Mientras, en un desesperado intento por abortar estas operaciones suicidas, la policía israelí ha practicado más de medio centenar de detenciones de palestinos en el territorio de Cisjordania que se encuentra bajo su control.
La confusión al respecto es absoluta, y el hermetismo de las fuerzas de seguridad, total. Las primeras declaraciones efectuadas por la policía, en las que aseguraba haber identificado los dos cadáveres de los radicales islamistas que colocaron las bombas en el mercado de Majané YeJuda, han sido desmentidas por la propias fuerzas de seguridad. El desmentido se basa en unas pruebas genéticas efectuadas a los cadáveres de los dos presuntos activistas, cuyos resultados aseguran que de ninguna manera la identidad de estos dos muertos coincide con la de los dos militantes de la milicia clandestina de Hamás supuestos autores del atentado.Las fuerzas de seguridad israelíes tampoco están a estas alturas seguras de que el doble atentado de Jerusalén haya sido cometido por la organización islámica Hamás, a pesar del comunicado difundido horas después del atentado y del nuevo mensaje que el grupo envió ayer por fax a diversos medios informativos. El texto aplaude la operación y asegura que se trata de una "respuesta a las prácticas hostiles sionistas contra nuestro pueblo y nuestra nación".
Este último comunicado de Hamás, sin embargo, no se responsabiliza como el anterior del atentado, ni tampoco repite la amenaza y el ultimátum proferido en la ocasión precedente, en la que daba de plazo hasta el domingo para liberar a los prisioneros palestinos y, de no ser así, amenazaba con nuevos actos de violencia. Pero estos detalles parecen tener escasa importancia, porque, como dijo ayer Abdel Aziz Rantisi, un dirigente de Hamás en Gaza, su movimiento no acostumbra a responsabilizarse de las operaciones, entre otras razones para no provocar represalias sobre sus familiares.
Lo único que parece seguro para las fuerzas de seguridad israelíes es que podrían producirse nuevos ataques radicales contra objetivos civiles y que un número indeterminado de comandos extremistas palestinos podrían encontrarse en territorio israelí. Se ha desencadenado así una carrera contrarreloj en la que la policía israelí, apoyada por la palestina, trata por todos los medios de descubrir las pistas y hacer fracasar una nueva hipotética operación, según anunciaron ayer responsables policiales en Jerusalén.
Las fuerzas de seguridad estaban ayer en situación de máxima alerta, a pesar de que a las siete de la tarde empezó la fiesta semanal religiosa del Sabath, que invita al recogimiento y a quedarse en las casas. Pero ni siquiera el Sabath podrá hacer disminuir la tensión política provocada por el atentado del mercado de Jerusalén y las posteriores declaraciones del primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien ha reiterado una y otra vez a la prensa que está dispuesto a ir adonde sea para detener a los terroristas.
"Esto es una declaración de guerra que sólo trata de romper las esperanzas de paz de los palestinos", ha asegurado por su parte un portavoz de Yasir Arafat, refiriéndose no sólo al cierre de los pasos fronterizos y al enclaustramiento de dos millones de palestinos en las zonas autonómas, sino también a la amenaza de Netanyahu de desencadenar una operación militar o policial en los territorios controlados por la policía palestina, para detener a los activistas de Hamás o al propio jefe de la policía de Arafat, el general Ghazi Jabali, al que acusa de estar detrás de los últimos atentados.
Todo es posible. El Ejército israelí hace meses planificó un supuesto táctico que tenía como objetivo la "recuperación de los territorios autónomos" de Cisjordania y Gaza, la detención de los responsables civiles y paramilitares palestinos, el reforzamiento del bloqueo económico sobre el conjunto del territorio y la reimposición del régimen de ocupación militar, que se encuentra aún en vigor en el 90% de los territorios, según desveló el periódico Le Monde en un artículo publicado a finales del pasado mes. La hipótesis de trabajo de los militares partía o tenía sus razones en una eventual sublevación popular contra el Gobierno autónomo palestino, seguida de un intento de derrocamiento de Yasir Arafat. Un escenario falso, pero no imposible. Todo puede ser. Sobre todo ahora.
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