Dos selvas
El monólogo es la forma más primitiva del teatro: el narrador de zoco o plaza, que mima los personajes de una historia y que imita sus voces, preferentemente conocida por su público. Volvemos a ello. La razón es,muchas veces, económica: el teatro se ha empobrecido, y un farsante único, hombre o mujer -Charo López está viajando también con un monólogo de Franca Rame y Darío Fo-, puede desplazarse con facilidad y actuar en lugares a veces no creados para el teatro. Al mismo tiempo, apura la condición de ese comediante, lo enriquece, lo muestra en mil facetas. Generalmente, el público los acoge muy bien.Rubén Pagura, de Costa. Rica, es, sobre todo, esa figura del farsante solitario a la manera más primitiva: es el músico -percusion, pequeño viento, cascabeles-, el narrador, cada uno de los personajes: tiene una riqueza de expresión muy amplia. La historia que cuenta es medio mágica, medio real: está tomada del libro sagrado de los mayas quiché, y a veces él imita en sus gestos, además de a los personajes que Intervienen en esta narración de amor y de odios y de poder abusivo vencido, los gestos de las figuras que llamamos de arte precolombino. Su capacidad es extraordinaria. Actúa a ras de tierra, junto a un histórico olivo madrileño, al aire libre, junto a la sala El Canto de la Cabra.
La historia de Ixquic / Intimidades
La historia de Ixquic, popular maya. Intérprete: Rubén Pagura. Dirección: Juan Fernando Cerdas. Compañía Quetzal, Costa Rica. Sala El Canto de la Cabra.Intimidades, de Michael Keams. Versión de Josep Costa. Intérpretes: Abel Vittón, Josep Costa. Director: Josep Costa. Geografías Teatro. Círculo de Bellas Artes.
Intimidades, de Michael Kearns, trata de "una vuelta por la vida salvaje": quizá más salvaje en el sentido trágico de la palabra que la selva maya. La jungla de la droga, el sida y la homosexualidad marginada en Estados Unidos. Puede que haya escrito ya más de cien monólogos sobre el sida: es su tema, su guerra. Los interpreta, los dirige él mismo. Josep Costa, también actor y director, ha traducido y montado ocho de estos monólogos; se los reparten entre Abel Vittón y él. Su elección teatral es la contraria de la citada antes: el míninio de caracterización o de actuación. Son sólo inflexiones o matices los que les hacen pasar de un personaje masculino a uno femenino, de una loca a un tímido o retraído. Abel Vittón es el que más fuerza de imitación emplea al representar a un sordomudo, recoger su voz opaca o hacer su lenguaje de manos y gestos. Aparte de este pequeño alarde, lo que interesa de estos cuentos es la sobriedad, la capacidad de emoción. Y las punzantes historias: aquí tendrían otra anécdota, otros desarrollos, pero no muy lejanos al mundo de marginalidad que el autor, que vive en Los Ángeles, describe con brevedad y sencillez.
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