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La globalización de los bichos

La nueva preocupación norteamericana son los insectos. Pronto será la preocupación de todo el mundo, si es que no ha empezado ya. Y no ya la preocupación referida a cualquier clase de insectos, sino la que provoca la llegada de los extranjeros. La xenofobia, una vez desatada, rastrea desde la cabeza a los pies del sistema y ya la revista Nature junto a Le Nouvel Observateur llamaban la atención, en mayo y junio pasados, sobre un fenómeno de globalización de las especies, desde los mamíferos a las plantas, desde los moluscos hasta los peces, que está convirtiendo el mundo en un zoológico y un botánico cargado de mixturas, contagios y metamorfosis, más un puñado de enfermedades ajenas que llegan hasta la puerta del hogar.Los virus tienen mucho que ver en todo esto, puesto que, a través de los barcos o los aviones, se transportan con mayor facilidad y celeridad, pero los insectos, más visibles, han convocado la más reciente atención de Hollywood. Una media docena de guiones referidos a la amenaza de insectos monstruosos, extraplanetarios o no, componen el nuevo menú de películas que se preparan para las próximas temporadas. Este periódico dio cuenta de su repertorio el pasado domingo a cargo de directores como . Paul Verhoeven, el realizador de Instinto básico, que ahora recoge lo más básico del terror en forma de grandes y extrañas hormigas. O producciones de Disney (A Bugs Life), Warner Brothers (Dust) y Dreamworks (Ants).

Coleópteros, lepidópteros, hemípteros, cualquier división es susceptible de crear una aprensión en el espectador que se corresponde con la inquietud ya patente en las noticias diarias. Una abeja africana, escapada de un laboratorio brasileño que mata al ganado, se extiende actualmente por el sur de Estados Unidos y una hormiga, de nacionalidad brasileña, capaz de secretar un veneno que provoca paros cardiacos, se encuentra instalada en Alabama. Una polilla asiática, arrastrada en 1992 por un huracán, ataca los árboles frutales de California y Tejas, y un mosquito atigrado (el Aedes albopictus) extiende la enfermedad del dengue o la encefalitis equina. Por tierra, por mar o por aire, las emigraciones de especies que hace siglos tardaba decenios en afincarse, se domicilian hoy en menos de un fin de semana. Jim Carlton, profesor del Williams College en Connecticut, especialista mundial en algas, calcula que, a través de los océanos, los navíos desplazan en un sólo día 3.000 especies microbianas y plactónicas por otras zonas del mundo. El resultado es que cada 24 horas, al menos una especie consigue acomodarse bien, en aguas extranjeras. En paralelo al creciente estofado de razas humanas, una amplia variedad de flora y fauna contrae matrimonios mixtos. ¿Positivo? ¿Negativo? Los ecologistas temen por el equilibrio. Los nacionalistas se revuelven contra la contaminación. Los médicos advierten sobre la posible extensión de las epidemias.

El pasado 14 de mayo, durante un congreso de microbiología celebrado en Miami, un equipo de la Universidad de Carolina del Norte dio a conocer los resultados de los análisis efectuados en varios lavabos de aviones con recorrido internacional. A pesar de las medidas de desinfección, el equipo de Mark Sobsey llegó a encontrar virus vivos capaces de producir enfermedades mortales o graves, desde la meningitis o la miocarditis, desde la hepatitis A a la E. Los desechos de los aviones pasan a las alcantarillas locales y llegan a las plantas de depuración pero, aun así, al menos un, 10% de ellos puede sobrevivir y se encuentra planeando por cualquier entorno. La aldea global se realiza, con tanta o mayor intensidad que en los medios, en la biosfera global, en la. virología común, en la amenaza, la enfermedad, la promiscuidad o la desazón cada vez mejor compartidas.

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