Doble fondo
Los animales fantásticos están invadiendo la realidad. Se ve que no teníamos bastante con el ornitorrinco, o el, camello, así que la ciencia ha puesto a nuestra disposición una mosca con el abdomen saturado de ojos y un hámster al que hemos visto cargar penosamente con una oreja impar sobrevenida en medio de su espalda. Lo último es un ratón fosforescente construido en Osaka. Lo sueltas por la noche en el campo y parece una luciérnaga promocionada a mamífero. Pues no tiene otra dificultad, ya ven, que la de inyectar una proteína de medusa luminiscente en el óvulo del bicho. Cuanto más espectaculares resultan los juegos de manos, más sencillo es su truco. Total: una proteína. Lo difícil, era inventar la jeringuilla, por lo del émbolo, y ya las tenemos de usar y tirar.Una de las características de nuestra época es la aproximación de mundos que tradicionalmente vivían separados. Por eso ha perdido vigencia la lucha de clases o la literatura de terror. Hoy día puede ser pobre cualquiera que se lo proponga y ten ga un mínimo de talento para vender pañuelos de papel en los semáforos. En cuanto al terror, se ha democratizado de tal modo que se puede padecer sin haber pasado por ningún pro grama de alfabetización. Y fijense, por ejemplo, de qué manera caen sobre nosotros generales llaneras, coroneles perotes o sacerdotes apeles, procedentes de dimensiones tan ajenas a la civil como la religiosa o militar. Cualquier día se nos cae Dios encima y vemos que se trataba de un prestidigitador mediocre que dio por azar con una molécula de DNA y se puso a hacer construcciones genéticas de las que salieron casualmente cardenales, almirantes, anuros, salamandras y todas esas criaturas tan vistosas, en fin, que dan apariencia de algo a la nada. El secreto consiste en disimular bien el doble fondo del baúl.
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