_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Federico va al cine

Vicente Molina Foix

Hubo una vez un sueño que afectó en Europa a escritores. Sin llegar al extremo de Proust, que aisló su despacho con láminas de corcho, o de Aleixandre, que escribía sin salir de la cama, el escritor prefiere la vida sedentaria; el arte ya se busca por otro lado a los hombres y mujeres de acción: escultores, cantantes" actores. En medio del reposo que reina en la casa de la escritura, llegó un día el movimiento del cine, algo que no era aún nada pero tenía trazas de poder acabar con todo, y encima con oropel circense y éxito de público. Muchos se asustaron y cerraron al nuevo invento las puertas y ventanas de su palabra; otros más juguetones, más listos, más curiosos, no tuvieron recelo en seguir el vuelo de las tartas de crema cómicas o aguantar la mirada penetrante de la vampiresa. La historia de esa fascinación intelectual por el lenguaje deportivo, gesticulante, casi no-artístico en sus orígenes, ya se está escribiendo en libros y debates sobre un tema que se ha puesto de moda, literatura y cine. Pero queda una parte maldita del ensueño por despertar.Hace más de un año apareció en Francia el más hermoso libro de cine que conozco, el más ferviente acto de celebración de los famosos 100 años de honradez cinematográfica. Se titulaba Anthologie du cinéma invisible (Ediciones Jean-Michel Place, París) y a lo largo de 700 páginas diseñadas con hermosa originalidad el compilador Christian Janicot recogía 100 guiones de cine de escritores y artistas plásticos nunca realizados. Entre los cinco textos españoles estaba, naturalmente, el de García Lorca, un Viaje a la luna que el poeta escribió en dos días de Nueva York animado por el cineasta de vanguardia y pintor mexicano Emilio Amero, quien parece que llegó a poner en marcha el proyecto, sin más realidad. Influido tal vez por la reciente película de Dalí y Buñuel Un perro andaluz (estrenada en París en junio de 1929; la sinopsis lorquiana es de fines de ese año o comienzos de 1930) y desde luego por las convulsiones psíquicas del surrealismo y las formas más mudas y sincopadas del cine, al que Lorca, como Alberti, Ayala, Corpus Barga o el propio Aleixandre tan aficionado fue, Viaje a la luna tiene, junto a los brillos propios del genio del granadino, un atrevido, por no decir imposible, aire de época que lo asemeja a muchas de las fenomenales fantasías del libro de Janicot.

Pero ahora, mientras un director de cine está rodando el hasta hoy también invisible Babaouo de Dalí, otro impetuoso catalán, el pintor y escenógrafo Frederic Amat, prepara la plasmación cinematográfica del Viaje a la luna, en una iniciativa que cuenta ya con el apoyo de la Sociedad de Autores y de Canal +, pero no de TVE ni del aguerrido Ministerio de Cultura, que no acaba de saber qué hacer con los actos y los dineros del inminente centenario Lorca.

He tenido ocasión de examinar el story-board realizado por Amat, muy buen conocedor del mundo lorquiano, ya que a él se deben las extraordinarias escenografías de los montajes de Lluis Pasqual de El público y Haciendo Lorca, la primera en colaboración con quien fue el gran amigo y maestro de Amat, Fabià Puigserver. Se trata de un desciframiento muy sugerente del hermetismo, tan lleno de claves autobiográficas, del texto original, hecho además con gran inteligencia y belleza plástica. Amat, que ha logrado interesar en su proyecto al trompetista de jazz Wynton Marsalis y al director de fotografía Javier Aguirresarobe, afirma ver tras el frondoso irracionalismo del Viaje a la luna "una lógica poética absoluta". Hace muchos años Lévi-Strauss, otro intelectual apegado a la gran pantalla, confesó que para él el cine era la "substancia de los sueños". ¿Haremos de 1998 un año santo lorquiano o el tiempo en que los imposibles de Federico cobren realidad en una realidad mortecina que los necesita más que nunca?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_