Un nudista en el Camp Nou
El lunes 16 de junio, la sección de Deportes de EL PAÍS, edición de Cataluña, se abría con una fotografía de media página con la imagen desnuda en medio del Camp Nou del joven con melena larga que saltó al césped cuando mediaba el segundo tiempo del partido Barcelona-Betis. La 'bomba' fue un 'streaker' era el título que, bajo la enorme fotografía, encabezaba el habitual resumen informativo de la jornada en la primera de Deportes. Efectivamente, la irrupción del joven nudista en un Camp Nou abarrotado animó el soporífero espectáculo que ofrecían los finalistas de la Copa y dio lugar a irónicos comentarios de Robson -"creía que el nudista era la bomba preparada por Núñez", dijo el entrenador barcelonista- y a otros del más rancio machismo, como el espetado por el presidente del club azulgrana a modo de justificación del fallo de los servicios de seguridad: "Debieron pensar que se trataba de una mujer y dejaron que saliera al campo para que el público se divirtiera". Díjolo y se quedó tan tranquilo.EL PAIS, edición de Cataluña, optó por elevar un suceso anecdótico de carácter extradeportivo a la categoría de máxima representación gráfica de la jornada futbolística. En el resto de las ediciones de EL PAÍS, la referencia fotográfica de la jornada fue un Raúl exultante blandiendo una enseña del Real Madrid sobre las cabezas de sus compañeros de equipo que acababan de conquistar el título de la Liga. La fotografía del streaker, en tamaño más reducido, ilustraba en estas ediciones el relato informativo del encuentro Barcelona-Betis. Al día siguiente, una toma distinta del joven desnudo figuraba en la información del periódico sobre las posibles sanciones que se le podrían imponer. Jordi Juyol i Alemany, de Barcelona, lector de EL PAÍS desde su número 1, ha mostrado su extrañeza porque el periódico haya dado "un tratamiento gráfico y escrito, que debe sumar casi una página, a la anécdota de mal gusto de un lamentable exhibicionista que se paseó en porreta por el césped del Camp Nou". Y saca sus conclusiones: "Compruebo con decepción que EL PAÍS se escora hacia un tipo de prensa de poco calado y de un sensacionalismo barato, ofreciendo carnaza a la vulgaridad de quienes, creo, no conforman el perfil de sus lectores. Si para EL PAÍS esto es noticia, saco mis tristes conclusiones y me ahorro adjetivos".
En casos como éste, en que no se trata de un supuesto de vulneración de concretas normas del Libro de estilo, sino de decisiones discrecionales sobre la valoración noticiosa de un hecho, lo que procede es indagar sobre los motivos de la decisión para que el lector los conozca y evalúe. Luis Gómez, redactor jefe de Deportes, admite que "estamos ante- una decisión siempre discutible, porque la masiva divulgación por los medios de comunicación del paseo por el césped de este espontáneo desnudo puede alentar nuevos casos". Sin embargo, se optó por ese tratamiento informativo por constituir "un suceso infrecuente en un estadio español (sí lo es, por ejemplo, en Inglaterra y en diferentes de portes), donde lo habitual es que quien salte al césped lo haga con ánimo de agredir a al guien. No recordábamos cuán do se había producido un hecho similar y han debido de pasar muchos años de ello". Para el redactor jefe de Deportes, "la anécdota se produjo, por otro lado, en un ambiente más relajado deportivamente hablando, puesto que el Barcelona-Betis no tenía ninguna trascendencia en la clasificación (justo el día anterior, el Real Madrid se ha bía proclamado campeón)". Fi nalmente, dice, "nos pareció inútil ocultar gráficamente un hecho tan ampliamente divulgado y, además, nos sirvió, el caso para ilustrar, informativa mente hablando, de las sanciones que puede acarrear a quien lo vuelva a intentar. Sobre el es pontáneo pesa una multa de 250.000 pesetas y la prohibición de acceder a recintos deportivos durante tres meses". Éstos son los motivos. El Defensor del Lector no puede -lo contrario sería una irresponsabilidad de su parte- establecer en abstracto un criterio sobre una decisión tomada al hilo de circunstancias muy concretas del momento informativo. ¿Contraviene la relevancia dada a la anécdota del streaker sobre el césped del Camp Nou el modelo informativo de EL PAÍS, como sugiere el lector de Barcelona? En Inglaterra, la prensa seria no deja de serlo por dar amplia cobertura a un fenómeno antiguo y frecuente en los deportes de ese país. En todo caso, la decisión no puede desvincularse del contexto en que se produjo, en el que la frustración por la ausencia de la bomba informativa anunciada por Núñez -el adelanto de las elecciones a la presidencia del FC Barcelona- y la actuación -de trámite del equipo azulgrana contribuyeron a que la anécdota del nudista se situara en la primera línea informativa de la jornada futbolística en Cataluña. Le convenzan o no, el lector conoce al menos los motivos de la decisión. Ojalá sirvan al menos para persuadirle de que EL PAÍS -a pesar de decisiones controvertidas e incluso equivocadas- no deriva hacia un tipo de prensa de poco calado y de un sensacionalismo barato.
Columnista humanitario
El pasado 17 de junio, Emilio Menéndez del Valle publicaba en las páginas de Internacional su habitual columna, dedicada en esta ocasión a la ayuda humanitaria y a las distintas concepciones que sobre la misma mantienen EE UU y la Comisión Europea. Menéndez del Valle apoyaba la desvinculación de lo humanitario de la política exterior de los Estados de acuerdo con las tesis de la agencia para la ayuda humanitaria de la Comisión Europea (ECHO), presidida por Emma Bonino. El apoyo del columnista a la postura de la ECHO estaba sólidamente argumentado. Pero la cuestión es -hace notar un lector- que Menéndez del Valle ha sido nombrado coordinador de la ECHO en el Próximo Oriente, con sede en Ammán (Jordania). Es un dato que, lógicamente, hubieran debido conocer los lectores de EL PAÍS para saber a qué atenerse respecto. de la opinión del columnista sobre la organización para la que trabaja. Menéndez del Valle ha explicado al Defensor del Lector que no consideró oportuno informar sobre el nombramiento porque todavía estaba pendiente de su acreditación ante el Gobierno de Ammán. Argumenta, además, que sus puntos de vista no estaban vinculados a la defensa de intereses particulares, de carácter privado, sino a los de una organización pública con fines humanita rios. Son razones atendibles, pero es obligado que los lectores conozcan los nuevos compromisos del columnista. El Defensor del Lector no cree excederse si, en nombre de los lectores, le desea suerte en su difícil misión humanitaria en el Próximo Oriente.Posdata. No son de corte universitario los intereses que más pueden nublar la mente de un columnista independiente, como sabe Pedro Schwartz. En todo caso, es a los lectores de EL PAÍS, más que a su Defensor, a quienes Schwartz debe tranquilizar sobre el riesgo de colorear en exceso sus opiniones con esos u otros intereses que puedan ponerlas bajo sospecha.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al número (91) 337 78 36.
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