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Escritores catalanes, gallegos y vascos irrumpen en el mercado editorial en castellano

Autores en lenguas minoritarias señalan la pervivencia de "prejuicios"

Miguel Ángel Villena

Uno de cada cuatro españoles tiene una lengua materna distinta del castellano y cerca de siete millones de personas pueden leer literatura en catalán, gallego o euskera. Pese a las obvias dificultades económicas y editoriales y a los constantes conflictos políticos, dos décadas de democracia han alumbrado una notable nómina de edcritores en lenguas peninsulares minoritarias. Esta indudable consolidación, que permite incluso que algunos autores en catalán o en gallego puedan vivir de la literatura, no se ha traducido -nunca mejor dicho- en una proyección suficiente en el conjunto de España. Pero el camino de la normalidad comienza a abrirse paso lentamente en el mercado español.

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Un muro que comienza a romperse

A nombres consagrados como Quim Monzó, Manuel Rivas y Bernardo Atxaga se suman cada día más autores que son traducidos al castellano. Sellos editoriales como Alfaguara, Anagrama o Península apuestan cada día más por narrativas tan cercanas y a la vez tan distantes.Aunque el fenómeno de las traducciones peninsulares apunta ya más a una tendencia de normalización que a una moda pasajera, los veteranos que han intentado servir de puente entre culturas denotan un cierto cansancio. Es el caso del crítico literario y novelista catalán Robert Saladrigas que confesó recientemente en Madrid su escepticismo: "Más allá de unos autores muy concretos no existe interés en el resto de España por conocer las literaturas minoritarias. Algunos no nos podemos quejar, pero lo bien cierto es que los escritores pagamos los platos rotos, somos los cabezas de turco, de las pugnas políticas. A la hora de la verdad, en las literaturas minoritarias un texto se valora más por su lugar de procedencia, por los prejuicios a favor o en contra que puede generar, que por su calidad literaria".

En la misma línea se manifiesta Xavier Moret, periodista y escritor, quien sostiene sin dudar: "Es falso ese argumento de que no se traducen al castellano más escritores en catalán por su falta de interés. Lo cierto es que poquísima gente del mundo editorial se interesa por autores españoles que no escriban en castellano". Traductora del catalán al castellano y novelista en los dos idiomas, Flavia Company atribuye a "una cierta dejadez debida a la proximidad que sean tan escasas las traducciones dentro de España". "Salvo que se trate de autores muy populares", añade Company, "o que hayan ganado algún premio nacional de literatura resulta muy difícil contar con versiones en castellano de sus obras". La expresión "barrera de prejuicios" figura en las declaraciones de todos aquellos que -participan de una concepción más pluricultural de la literatura española.

Demasiado próximos

Para Xènia Bussé, de la editorial Península y del grupo Edicions 62, "los prejuicios no sólo proceden del campo de la política, sino que abarcan también a la industria del libro, a muchos lectores y a una mayoría de los medios de comunicación". "A veces", señala Bussé, "se traducen autores de países lejanos y lenguas minoritarias, pero el exotismo del catalán no resulta atractivo precisamente por su proximidad". Este grupo editorial, con una vertiente en castellano y otra en catalán, resalta como un fenómeno alentador que sellos de la importancia de Alfaguara o de Tusquets estén a punto de publicar traducciones de una biografía de Josep Pla o de la primera novela de Inma Monzó, respectivamente. El director de Alfaguara, Juan Cruz, anuncia próximas versiones en castellano de poemas de Rivas, de un libro de Carlos Barral y de la ya citada biografía de Pla, obra de Cristina Badosa. Por su parte, Anagrama viene editando desde hace años a autores como Monzó, Pàmies y De Palol, entre otros.Con más de ocho millones de hablantes y una potentísima industria editorial en Barcelona y centros menores en Valencia y en Palma, la literatura en catalán resulta la más emblemática a la hora de analizar este aumento de traducciones y al mismo tiempo la que goza de mayores posibilidades de futuro. Pero al compás del descenso de tamaño, los escollos aumentan para los tres millones de gallego hablantes, de los que sólo el 40% puede leer en su lengua materna. Así lo describe el novelista gallego. Xuxo de Toro, que cuenta ya con tres novelas traducidas al castellano en Ediciones B: "Claro que hay más autores en gallego que merecerían versiones en castellano, pero los periféricos tropezamos todavía con esa identificación de cultura española con cultura en castellano. Todavía se nos contempla con anomalía, con una cierta actitud de preguntarse por qué no escribimos en castellano".

Incluso en el ejemplo del País Vasco, donde apenas 800.000 personas hablan euskera, el enorme éxito de Bernardo Atxaga en los últimos años ha permitido una mayor difusión de su literatura en otras lenguas. El sociólogo Juan María Torrealday, director de la revista Jakin y autor de un libro sobre este tema, señala que "se trata de un fenómeno bastante nuevo en el que Atxaga supone la punta de lanza". "Asistimos", comenta Torrealday, "a un proceso positivo de normalización. Es cierto que la barrera de prejuicios comienza a romperse, pero sólo a partir de un puñado de nombres y no por un reconocimiento global".

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