Un fotógrafo graba por primera vez a un lince ibérico blanco: el misterioso color de ‘Satureja’
La Junta de Andalucía, que ya conocía la existencia de este ejemplar en Jaén, investiga las causas de su cambio de pigmentación

El fotógrafo aficionado Ángel Hidalgo todavía está en shock. “No me lo podía creer, me quedé paralizado”, rememora el momento en el que logró grabar y fotografiar a un lince de color blanco en una zona de monte de la provincia de Jaén. El encuentro se produjo a primeros de octubre, pero llevaba buscando al animal desde hacía un tiempo, después de captarlo en una de las cámaras de fototrampeo que había instalado en la zona. “Fueron tan solo dos segundos, pero se notaba que la coloración era diferente a la habitual, de tonos marrones y con manchas oscuras”, explica por teléfono.
A partir de ahí comenzó a dedicar todo el tiempo del que disponía a buscar “ese fantasma blanco del bosque mediterráneo, tenía que ver esa maravilla con mis propios ojos”, relata. El tiempo fue pasando: “Horas, días, semanas y meses sin éxito, incluso en muchas ocasiones estuve a punto de tirar la toalla...”, describe en Facebook. Pero no lo hizo y una “mala mañana después de llover toda la noche” cuando ya amanecía, observó “de pronto, a lo lejos, un bulto blanco que parecía irradiar luz propia”. Y allí estaba el lince, con su pelaje “blanco como la nieve y sus ojos penetrantes”.
Aunque no había trascendido, es un animal conocido por el programa de recuperación del lince Ibérico en Andalucía. Es una hembra, se llama Satureja y nació en 2021, explica Javier Salcedo, coordinador del plan de recuperación de esta especie en Andalucía. Nació con una coloración normal, pero hace un tiempo adquirió el tono blanco en el que destacan las manchas típicas de los linces. El cambio de pigmentación no ha afectado al comportamiento de Satureja, que se alimenta normalmente y ha sacado adelante a varias camadas.
“No es albinismo ni leucismo, y estamos investigando qué es lo que ha podido ocurrir y pensamos que podría estar relacionado con la exposición a algo ambiental”, señala Salcedo. Todavía no saben qué puede ser ese algo. Lo que sí advierten es que el cambio se ha producido en la melanina que produce la pigmentación parda y anaranjada, no en otra responsable de la pigmentación oscura “porque mantiene el patrón de manchas negras característico de la especie”.
El albinismo es una falta de pigmentación tanto en piel como en ojos, que provoca muchos problemas con el sol al no tener melanina. El leucismo también desencadena una pérdida parcial o total de pigmentación en animales, que causa pelaje, plumaje o piel pálidos o blancos, pero, a diferencia del albinismo, no afecta a los ojos.
La Junta de Andalucía tiene documentado otro caso de una hembra a la que le ocurrió lo mismo que a Satureja. Nació con los tonos pardos y anaranjados habituales de la especie y luego cambió de color, se volvió blanca, para recuperar su aspecto habitual después. Ambas hembras proceden del mismo lugar y, aunque no se ha confirmado, podrían estar emparentadas, a pesar de que Satureja ha acabado en Jaén y la otra hembra en Córdoba. “Eso podría implicar la existencia de una hipersensibilidad de algún tipo”, añade Salcedo. “Hemos detectado este caso porque hacemos un seguimiento exhaustivo de los linces, pero puede pasar con otras especies y que no lo detectemos”, advierte.
La población de lince ibérico continúa su avance: en 2024 alcanzó los 2.401 ejemplares ―1.557 adultos y subadultos y 844 cachorros―, con una subida del 19% con respecto al año anterior, indica el último censo. El número de hembras reproductoras ascendió a 470, 64 más que en 2023, una cifra que se va acercando a las 750, que se consideran imprescindibles para que la especie alcance un estado de conservación favorable.
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