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Entrevista:

"Occidente ve irreversible la epidemia en Africa"

El portugués Joaquim Segurado lleva año y medio como director de Action Aid -ONG hermana de Ayuda en Acción- en Malaui, y ha pasado ocho entre Mozambique y Burundi. En Malaui le ha dado tiempo a ver morir a ocho miembros de su personal.Pregunta. ¿Hay indicios de mejora contra el sida en África?

Respuesta. Sólo en Uganda, pero tras 10 años de prevención. En Zaire, Zambia, parte de Kenia o Tanzania, Zimbabue o Malaui la situación es terrible. Los nuevos medicamentos pueden controlar la enfermedad en EE UU o Europa, pero no en África: son caros y uno tiene la impresión de que Occidente ve irreversible el sida en un continente que, tras la caída de la URSS, ha perdido interés. La información sobre el HIV-2, el que más afecta a África, es la más precaria. Desde que la lucha contra el sida la coordina la ONU, los países donantes han aflojado.

P. ¿Fracasa la prevención?

R. Tras el ejemplo de Uganda, los Gobiernos africanos informan claramente. En Malaui, una encuesta de 1996 dio un 98% de gente que conocía el sida y cómo se transmite. Pero el 28% de los adultos son seropositivos, aunque oficialmente nadie muere de sida, sino de enfermedades oportunistas como la tuberculosis. La prevención, en teoría, ha avanzado. Estados Unidos ha logrado que el condón esté presente. Hay información, pero los hábitos sexuales no han cambiado. Occidente no entiende el sexo en África.

P. ¿Por qué es tan difícil cambiar ese tipo de comportamientos?R. Un ejemplo: en zonas rurales de Malaui era costumbre, incluso religiosa, que a la primera regla la chica fuera desflorada esa noche por un hombre disfrazado de hiena. Hoy la cultura es más urbana, pero los africanos conciben el sexo como algo casi higiénico, que no implica afecto o barreras. Lo cultural es básico: en Malaui mueren 620 mujeres por cada 1.000 partos, y a menudo sucede porque no acuden al hospital, puesto que el parto es cosa de comadronas tradicionales; por fortuna, nuestro trabajo en las comunidades ha logrado que esas parteras acompañen a las embarazadas al hospital: mientras el médico actúa, ellas cumplen con su presencia ritual. Es el tipo de cosas con que hay que contar.

P. ¿Se puede confiar en el sistema de salud en Africa?

R. Estoy contento del trabajo en comunidades. Pero deprime saber que sólo llegamos al 1% de una población, que crece un 3,9%, con un 220 por 1.000 de mortalidad infantil. Los hospitales carecen de un servicio de orientación que vehicule a todos los posibles infectados de sida a hacerse la prueba. El sida ha sido un detonador que ha puesto en evidencia a la sanidad africana. Por eso soy pesimista: ¿cómo, ahora con sida, va a arreglarse un sistema previamente descoyuntado? El sida se infiltra en todo. Flagela a unas sociedades sin protección para los huérfanos, donde las mujeres viudas no heredan y tienen que casarse con un hermano del marido, aunque ellas mismas pueden estar infectadas del sida que le mató a él. Detrás del sida, topamos con todos los problemas no resueltos.

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