El banco de pruebas de los futuros jueces
212 togados de toda España se ejercitan y estudian contabilidad e informática en la escuela de Barcelona
Un grupo interpreta el papel de actor (demandante) en un pleito civil; otro el de demandado y un tercero, actúa como juez. Todo en tres aulas diferentes con una treintena de alumnos cada una. No son estudiantes comunes; son jueces en prácticas. En el auditorio, otro grupo escucha una charla preparatoria de la semana que van a pasar en tres cárceles de Barcelona. Arriba, en una biblioteca con grandes cristaleras hacia una inmejorable vista de la ciudad con el mar al fondo, cinco jueces en prácticas redactan una sentencia. A las tres de la tarde tienen clase de informática. Otras clases son de expresión, contabilidad, medicina forense o técnicas de mediación y de psicología jurídica. Es, a grandes rasgos, la formación que recibe la primera promoción de jueces que pasa por la nueva escuela judicial de Barcelona. Son 212 jueces en prácticas.El grupo minoritario, unos 30, han accedido por el llamado tercer turno: secretarios judiciales, profesores universitarios o abogados que han decidido cambiar de toga. La de ahora, es la promoción que sólo estará en la escuela un año y en marzo del año próximo tomarán posesión en un juzgado. Las futuras promociones estarán dos años en la escuela judicial.
El ritmo de estudios es intenso: de las 09.30 horas de la mañana a las seis de la tarde. "Son bastantes horas pero está bien", cuenta uno de los estudiantes-jueces. "Del tiempo que llevamos, lo mejor, la semana de seminario en los juzgados", explica Francisco, un sevillano de 28 años, edad media de la mayoría de los alumnos. En cuanto a su procedencia, aproximadamente la mitad son de la zona centro de España. Los que menos: catalanes. Sólo son cinco y otros seis con vínculos familiares. "Y las mujeres somos mayoría", puntualiza Ana, que ha llegado desde Tenerife.
Cuentan que la formación que reciben poco tiene que ver con la de sus predecesores. Los magistrados responsables del programa de formación, Andrés Salcedo y Javier Pereda, lo afirman taxativamente: "Ahora se pretende complementar los conocimientos teóricos del derecho con la práctica y otras materias actualmente imprescindibles", explica Pereda. La primera diferencia entre la anterior escuela judicial y la de ahora es la duración de la estancia, ya que se ha pasado de una media de seis meses a los dos años que serán obligatorios a partir de la promoción de 1998.
A Jesús Corbal, magistrado del Tribunal Superior de Cataluña que ahora es el director de la escuela, le preocupa la formación en una materia en especial: la de ser personas. "Es lo más difícil de inculcar, que un juez no pierda de vista que lo esencial es lo humano. Hay que evitar el endiosamiento del magistrado y que se encierre en una extraña urna, alejado de la realidad", matiza.
El curso de este año está dividido en dos. Desde marzo hasta julio se intercalan las clases con los seminarios prácticos; estancias en prisiones o con un grupo de la policía científica. A partir de septiembre y hasta marzo del año próximo, los alumnos se centrarán en la práctica lejos de las aulas. Será cuando cada uno de ellos se integre, por etapas, en despachos de abogados. "Se ha pensado así para que conozcan las otras facetas de lo que van a tener que resolver como jueces. Que sepan lo que es ser abogado y su trabajo", cuenta uno de los responsables de formación, Javier Pereda. Lo mismo realizarán en fiscalía y, por supuesto, en los juzgados.
Cada juez en prácticas tendrá un magistrado-tutor y hará estancias en los juzgados. "Es lo que más falta hace porque cuando estemos al frente de un juzgado, ya no tendremos a profesores-jueces para consultar", argumenta Ana, una de las futuras juezas. Ella, como muchos de esta promoción, es consciente de que su primer destino, con bastante seguridad, será el de un juzgado de primera instancia de una pequeña localidad. El proyecto de la Escuela Judicial es más ambicioso y cuando los cursos de formación duren dos años, está previsto que también tengan clases de lenguas autonómicas e ¡domas extranjeros. "Lo cierto es que estamos poniendo a prueba el plan ideado. Pero", matiza Andres Salcedo, "corno todo, al empezar se tiene que someter a ajustes cuando hace falta".
Cerca del Tibidabo
Por ahora lo que más les gusta a los estudiantes-jueces son las clases prácticas y la ciudad de Barcelona. La mayoría viven en la capital, en residencias apartahoteles o pisos de alquiler. "Lo normal es compartirlos", cuenta Jesús, de Málaga, a quien le parecen altos los alquileres. La Escuela Judicial está situada en Vallvidrera, cerca de la montaña del Tibidabo que domina Barcelona, y a media hora del centro de la ciudad en ferrocarril.Aprovechan el tiempo de ocio para conocer la ciudad y, su oferta cultural. La mayoría no conocían Cataluña, o sólo de pasada. "Y la impresión es buena", afirma Marta, de Valladolid. ¿Algún problema con el idioma?. Marta contesta que ninguno, que la gente es amable y cambian del catalán al castellano cuando está claro que no se entiende. Otro de los futuros jueces, José Antonio, de Jaén, cuenta que el médico de su mujer insiste en hablarle en catalán "aunque ella le contesta en castellano".
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