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Decenas de refugiados hutus mueren de hambre en el norte de Zaire

Su cuerpo es poco más que un esqueleto cubierto de piel. Sus huesos sobresalen exageradamente sobre el pecho. En su rodilla derecha hay un agujero del tamaño de una moneda de 500 pesetas del que brota pus y sangre. Éste es el final del camino para Jean-Pierre Mundabashalca, un niño hutu de 10 años de edad. Su larga batalla por la supervivencia durante cinco meses en la foresta zaireña ha terminado. Está exhausto. No puede dar un paso más.

"Toda mi familia está muerta", dice. "Padre, madre, hermanos y hermanas. Quiero regresar a Ruanda. No tengo a nadie". A su alrededor, cientos de refugiados se afanan en construir iglúes de bambú techados por hojas de palmera. Huyen de los combates en la región de Kisangani, en Alto Zaire. Van de un lado para otro, sin destino final. Algunos, con menos suerte, ya lo encontraron. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) denunció ayer en Kisangani que en las últimas 24 horas han muerto 151 personas. Todas de hambre.Fuentes de la ONU dicen que cada día mueren 120 refugiados. La propia ONU ha identificado la existencia de 40 fosas comunes que podrían contener entre 20.000 y 100. 000 cadáveres. Los rebeldes zaireños, que luchan contra las tropas de Mobutu Sese Seko, paracen los responsables. Los soldados de Kinshasa se hacen acompañar de los restos del Ejército hutu -responsable del genocidio de un millón de personas en Ruanda- y de miles de refugiados. Al parecer, los rebeldes no han hecho demasiadas diferencias.

Francia, Bélgica -aliadas del régimen de Mobutu- y la Comisión Europea demandaron el libre tránsito de las ONG en el territorio controlado por los rebeldes tutsis con el fin de socorrer a los refugiados. La respuesta fue inmediata: el líder rebelde, Laurent Kabila, permite a la ONU organizar un puente aéreo con Kisangani.

En Kinshasha, el bloque de la oposición al presidente Mobutu Sese Seko retiró ayer su apoyo al nuevo primer ministro, Etienne Tshisekedi, cuyo nombramiento había aprobado días atrás. Los rebeldes confirmaron ayer la toma de Mbuyi Maji, capital de Kasai oriental, una zona rica en diamantes.

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