Instantáneas añejas

El Tío Habanero, que se fue a Cuba a hacer fortuna; un soldado con chilaba en la guerra de Marruecos o la mismísima Paquita Nava, una cantante de ópera que donó sus vestidos para hacer hábitos a las imágenes religiosas. Todos ellos forman parte de la historia de alguna de las familias de San Sebastián de los Reyes (58.000 habitantes). El Ayuntamiento ha querido rendirles homenaje y ha expuesto sus retratos. La sala de exposiciones del vestíbulo de la Casa Consistorial es el escenario en el que se exhiben, hasta el próximo día 3, más de 80 de estas peculiares fotografías, integrantes de uno de los archivos más completos de la comunidad de Madrid.

La evolución de las cosas

"No son sólo personajes curiosos. Los retratos sirven para que nos demos cuenta de cómo han evolucionado muchas cosas desde principios de siglo", asegura Santiago Izquierdo, archivero municipal. No miente: con la exposición se puede comprobar, por ejemplo, cómo ha variado el gusto a la hora de posar para las fotografias de boda. Al principio, los recién casados reposaban sentados en sendas sillas. Más tarde, el novio se sentaba y su mujer le franqueaba de pie, apoyada en el respaldo. Tal postura es contemplada con desagrado por uno de los sacerdotes del municipio, Hipólito Tamayo, de 80 años, que la considera "poco caballerosa y algo machista". Y es que don Hipólito puede permitirse opinar, ya que conoció y hasta casó a muchos de los que, figuran retratados. Por eso hasta se permite polemizar con el archivero sobre si la austera imagen de mujer que cuelga en uno de los rincones de la exposición es La Checa o Vicenta, la niña bonita. Los retratos de boda concluyen su evolución histórica con poses "más caballerosas", en las que la mujer está sentada y el marido, de pie. Al final, ya sobre los años treinta, los dos novios se muestran de pie, en la forma que hoy resulta más familiar.Las ropas también cambian a lo largo de los años y, una vez más, los retratos de boda son testigos de los vaivenes de gustos y modas. Las hijas de Juan de Mata, donocido como El Tío Habanero, posan con sus mantones de Manila años antes de que su padre se fotografiara en La Habana, en vísperas del inicio de la guerra de Cuba. Estas dos imágenes son Ias más antiguas de la muestra, junto con el retrato de la familia Navacerrada, de 1890.

Todas las fotografías conservan sabores de tiempos pasados y permiten, en palabras de Izquierdo, "descubrir como eran las personas, que nos precedieron, y acercarnos a lo que debían sentir y pensar".