De los disparates al rigor
, Las penurias políticas y físicas de Ecuador, país andino con más del 60% de sus 11 millones de habitantes en la pobreza, no son nuevas. El electorado de Abdalá Bucaram conocía bien las salidas de tono del singular populista, y celebraron sus gracias en campaña suponiendo que el rigor sustituiría a los disparates tras la investidura presidencial del pasado 10 de agosto. Haciendo lo contrario a lo prometido se buscó la enemistad de la mayoría de sus votantes. No era para menos cuando algunas tarifas de los servicios básicos aumentaron hasta cerca de un 1000%, y el coste de la vida se multiplicó.La crisis era esperable no tanto por razones políticas como económicas. Los ecuatorianos votaron por el Bucaram que todos conocen, por el loco simpático. El detonante, aprovechado por una oposición que se la tenía jurada, es el paquetazo económico, que ejecutado a la brava y torpemente no pueden toleran los sectores más humildes de un país con un fuerte componente campesino e indígena.
Los problemas económicos surgieron con el anterior presidente, el conservador Sixto Durán, que evitó aplicar las medidas de ajuste macroeconómico sugeridas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Fernando Valdivieso, que durante cinco años fue embajador de Perú en Quito, explica que "cuando llegó Bucarain al Gobierno, automáticamente supo que tenía que pasar por el aro". Según Valdivieso, "son estos oganismos [el FMI y el Banco Mundial] los que están precipitando esta crisis. Lo demás es un poco teatral. El hecho de que Bucaram insulte a la gente, o tenga palabras soeces, eso es un tema ya conocido". Y agrega: "Ese fuerte carácter no es privativo sólo de él. El ex presidente Febres Cordero es un hombre que se pone sumamente agresivo y el ex presidente Rodrigo Borja, igual".
De lograrse la improbable renuncia, o destitución, de Bucaram el horizonte no es claro. Hay una vacío constitucional en torno a la sustitución que deberá, resolverse. La vicepresidenta del Gobierno Rosalía Arteaga reclama su derecho legal al relevo, a lo que se opone buena parte de la oposición, más partidaria de las elecciones anticipadas.
