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Fujimori y Hashimoto se reunirán en Canadá para tratar la crisis de los rehenes

Juan Jesús Aznárez

Varios disparos a matar decidieron la imprevista reunión de este fin de semana, en Canadá, entre el presidente peruano, Alberto Fujimori, y el primer ministro japonés, Ryutaro Hashimoto, y la incorporación de Japón a las gestiones del Gobierno de Lima para resolver la crisis de los rehenes. La reunión de Canadá, país que, con la Santa Sede y el Comité de la Cruz Roja Internacional (CICR), integra la Comisión de Garantes, puede ayudar a destrabar la situación.

A partir de ahora, Tokio tratará de intervenir de forma directa en la solución del peliagudo conflicto para evitar que el estancamiento de las conversaciones conduzca a una escalada militar. Pide para ello un "esfuerzo" negociador. Era previsible el susto nipón. Millones de compatriotas de la veintena de cautivos japoneses siguieron en directo el grave episodio del lunes por las cadenas de televisión de su país instaladas de manera permanente en el barrio limeño de San Isidro: un miembro del comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), atrincherado con 72 rehenes en la residencia del embajador japonés, disparó a dar contra policías que se burlaban a su paso, por la sede diplomática. Casi lo logra.Millones de habitantes de un país poco dado a la exhibición de annamento desde su derrota en la II Guerra Mundial, después de que Estados Unidos lo rindiera con dos bombas atómicas, debieron alterarse con la contemplación del aparatoso despliegue policial frente a la residencia de su embajador, las marchas militares y el amenazador sobrevuelo de helicópteros sobre las azoteas. Y debieron pasmarse cuando el balazo de un emerretista levantó esquirlas en la torreta de un vehículo policial sólo dos segundos después de que un agente agachara la cabeza y se burlara del MRTA con el anular hacia arriba.

La presión psicológica incluyó ayer marchas militares por altavoces gigantes y la presencia de un helicóptero. Japón, país al que Fujimori ha viajado en seis ocasiones durante su mandato, pugnará por abrirse un hueco entre los halcones peruanos, que aconsejan al jefe de Estado una solución de fuerza por considerarla factible con poca sangre de rehén. De hecho, las negociaciones no han llegado a producirse: el Gobierno rechaza hablar de la liberación de terroristas y el MRTA exige la puesta en libertad de 458.

El Gobierno japonés teme que el excesivo hostigamiento al comando de Néstor Cerpa Cartolini saque de quicio a alguien, desencadene reacciones inesperadas y corra peligro la vida de los rehenes encerrados desde hace 44 días en la residencia bajo asedio. Las imágenes del policía insultando al MRTA desde lo alto de una tanqueta, con repetidos gestos obscenos, resultaron poco edificantes y pudieron llevar al desastre de haberse incumplido las órdenes del mando: no disparar pese a ser atacados.

Errores de bulto

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Carlos Reyna, analista en asuntos de violencia, advierte errores de bulto en la estrategia gubernamental: "El desfile de la policía con sus mejores armas trata de presionar al grupo subversivo, pero se hace de manera rudimentaria y poco fructífera. Se debe tener más control porque esto no es una pelea de cantina, debe haber mayor profesionalismo y seriedad".El primer ministro nipón recibirá precisiones el próximo sábado, en Toronto, sobre el dilema de Fujimori. "Debe hacer una tortilla sin romper el huevo", comentaba a este. diario el general retirado Jaime Salinas, que en 1992 encabezó un golpe militar contra el jefe de Estado y cumplió dos años de prisión. Entretanto, el interlocutor del Ejecutivo en la crisis, Domingo Palermo, reconocía un dato importante: la sede diplomática goza de la inviolabilidad establecida por la Convención de Ginebra y, por tanto, cualquier decisión sobre ella deberá contar con la aprobación de Tokio. De momento, Japón no aprueba soluciones de fuerza, y EE UU tampoco.

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