"La novela es el resultado de mi experiencia de conocer a Borges"
Carlos Cañeque (Barcelona, 1957) ha ganado el Premio Nadal con su primera novela, Quién, un libro abierto, laberíntico, interactivo en algunos momentos, que sigue el rastro del gran Borges y que trata con humor determinados aspectos de la literatura y de la pedantería intelectual. Cañeque, doctorado en Filosofía y en Sociología, es profesor de Historia del Pensamiento Político en la Universidad Autónoma de Barcelona y publicó en 1995 Conversaciones sobre Borges (Destino). "Quién es de algún modo una continuación de aquel libro, el resultado de mi experiencia de conocer a Borges", explica."Hay algunos autores de este siglo que me parecen revolucionarios en el campo de la narrativa", comenta Cañeque al día siguiente de recibir el premio. "Joyce, Kafka, Faulkner y, por supuesto, Borges. Cuando estaba en Yale, en Estados Unidos, me metí en un círculo borgiano, junto con Emir Rodríguez Monegal y otros, y llegamos a hablar como escribía Borges. íbamos a una fiesta, por ejemplo, y decíamos: 'Hemos fatigado el party hasta las últimas geometrías'. Era un juego, pero es que Borges, como se dice en mi novela, es el Gran Parodiador".Quién, la novela de Cañeque, tiene una estructura un tanto laberíntica, borgiana, por supuesto. Un profesor universitario de Literatura Clásica lucha contra el miedo al fracaso y escribe un dietario al tiempo que prepara una novela en la que aparece un personaje que a la vez escribe una novela sobre el autor. Ambos acaban conociéndose y emprenden un viaje por la literatura que les lleva a la Biblia, al Quijote y a la Divina Comedia."Puede que sea un planteamiento complejo", admite Cañeque, "pero he querido burlarme de la pedantería literaria de un modo simpático, con mucho humor. Hay dos niveles de lectura, uno para que el libro se pueda leer sin trabas y otro con muchos guiños literarios".Cañeque define su novela "como una reflexión sobre la escritura y sobre la experiencia de escribir una primera novela". Hay notas a pie de páginas, prólogos de apariencia pedante, críticas, ruedas de prensa, entrevistas radiofónicas e incluso un premio literario. "En próximas ediciones me gustaría incorporar las críticas que se publiquen y las sugerencias de los lectores", cuenta Cañeque, "pero el libro puede convertirse en un palimpsesto, en algo laberíntico, interminable, cosa muy borgiana, por cierto".La sátira de Carlos Cañeque incluye un descenso al Infierno de Dante de los dos protagonistas, a modo de Quijote y Sancho, en el que encuentran a personajes como Silvio Lesconi, Mario Duque y Bernard Satie, condenados a jugar con un mapamundi eternamente. "Todo es un juego", explica Cañeque, "y he querido que el humor esté siempre presente en el libro; creo que el humor es lo que hace que la novela. no resulte pedante"."Lo del viaje a los libros", comenta con entusiasmo Cañeque, "es lo más fantástico de la novela, ya que el resto es de una cotidianidad absoluta. El protagonista, sin embargo, el profesor universitario Antonio López, sufre algunas alucinaciones que le permiten vivir en el mundo de la literatura. Borges decía que el lector es el que cambia la obra en el acto de leerla y yo me puse a escribir esta novela después de la interesante experiencia de hacer un libro, como lector, de Conversaciones sobre Borges".
Profesor universitario, Cañeque admite que puede tener algo del personaje de Antonio López, pero puntualiza inmediatamente que no son como dos gotas de aguas. "A él le obsesiona el miedo al fracaso, y a mí no", dice. "A él le va mal con su mujer, y a mí no. Por otra parte, no he querido retratar mi mundo universitario, sino que me he puesto en la piel de un hipotético profesor de Literatura Clásica que suena con ganar el Nobel".
Como- lecturas de cabecera, Cañeque apunta -Borges aparte, por supuesto- a Cioran y a Pessoa. "Los leo constantemente", señala. Y añade que no le resultó nada fácil escribir Quién. "Tarantino dijo que la creación es un 20% de talento y un 80% de cojones. Estoy de acuerdo, ya que embarcarse en una novela supone adentrarse en un proyecto que lleva mucho tiempo y que no sabes adónde te llevará".
Cañeque era consciente, al escribir su novela, de que no sería nada fácil trasladar el mundo literario de los cuentos de Borges a un proyecto novelístico. "Hay quien critica a Borges porque dicen que no fue capaz de escribir una novela", dice. "No fue capaz o no quiso. Mi personaje Antonio López, en cualquier caso, se propone hacer una novela partiendo de los procedimientos narrativos de Borges en la época de los cuarenta. Lo que pasa es que los cuentos de Borges son muy densos y una novela no puede ser tan condensada. Borges es un licor y una novela es un vino".
Cuando estaba en la Universidad de Yale, cuenta Carlos Cañeque, se divertía más frecuentando el departamento de Literatura que el de Sociología, al que estaba adscrito. Aquella inquietud ha desembocado en su primera novela y ya está escribiendo otra. "No sé si el Premio Nadal cambiará mucho mi vida' , suspira, "pero espero de verdad que no lo haga demasiado".
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