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Horacio Coppola muestra en Valencia su 'fervor de Buenos Aires'

"Los fotógrafos son esclavos de la cámara", asegura el artista argentino

A punto de cumplir 90 años, el fotógrafo Horacio Coppola -de quien el Instituto Valenciano de Arte Moderno presenta una selección de fotografías sobre Buenos Aires hasta el 9 de febrero- permanece en el claroscuro de la leyenda como un sobreviviente de los años plenos de luz y de imágenes de la cultura argentina. Para presentarlo de una vez ante quienes no le conozcan podría decirse de él que es "el Jorge Luis Borges de la fotografía".

Nacido al oficio entre las piernas del trípode que usaba su hermano Armando, Horacio Coppola se crió en un ambiente familiar vinculado al arte. La casa se extendió luego a los amigos. Se vinculó con lingüistas, filósofos, recibió clases de los buenos profesores y maestros de la época, estudió abogacía y desde joven fue amigo de pintores, músicos y escritores. El dice ahora que aquello era el resultado natural de otra forma de vivir, "Buenos Aires era entonces una ciudad pequeña".Salía a caminar con Borges (que publicó en 1923 su Fervor de Buenos Aires), con quien mantuvo siempre "una amistad natural", y así, naturalmente, en los primeros números de la mítica revista Sur, que dirigía Victoria Ocampo, publicó sus fotografías. En la búsqueda del arte cinematográfico viajó a España, Italia y Francia en 1930. En el 32 se fue otra vez a Londres y Berlín, donde conoció a Grete Stern, una fotógrafa excepcional que se convirtió en su guía y en su primera mujer. Filmó cortometrajes, estudió en la Bauhaus, descubrió a Bertolt Brecht y fotografló a pintores como Miró y Chagall. A su regreso, en 1935, realizó en Buenos Aires una exposición que se recuerda como la primera de fotografía moderna en Suramérica.

Un artista lúcido

Lúcido, altivo, soberbio, Coppola dice que siempre se mantuvo al margen de los fotógrafos profesionales y de los fotógrafos argentinos "porque son nada más que fotógrafós". Aguarda, calla, sonríe y agrega: "Ser fotógrafo es fácil, ser autor de imágenes es otra cosa. Lo importante es lo que se quiere sacar, no el cómo, el uso correcto de la cámara". Es un maestro admirado y respetado, pero no se ha empeñado en una tarea docente aunque dio clases y tuvo alumnos. Según Coppola, "la fotografía no se enseña, es inútil. La cámara debe ser un instrumento esclavo de lo que el ojo ve y, en general, los fotógrafos son esclavos de la cámara".En 1984 fundó el grupo Imagema para reflexionar sobre el arte de la fotografía frente a los cambios y los avances tecnológicos. Los últimos 45 años de su obra fueron recogidos en el libro con el mismo título que se publicó el pasado año. Coppola responsabiliza a la cultura de estos tiempos por destruir el mundo propio de los individuos y se pregunta: "¿Quiénes son hoy reconocidos como ídolos? ¿Warhol? Eso es basura. El arte está viciado por modalidades que nada tienen que ver con la cultura, porque si Botero es el mejor escultor del mundo, si por el Manhattan Bank o por la influencia de una embajada o de un patrocinador se dice que tal o cual es la mejor colección de fotografías, es porque dirige y decide gente que no es artista, que no tiene una cultura integral".

Por último, Coppola advierte sobre el "acoso de imágenes" que produce la televisión. "No se respeta el ritmo de edición natural del ojo. Ese shock visual anula la sensibilidad de la persona y la condiciona para la publicidad, para la explotación, no sólo comercial. La secuencia televisiva es tan rápida y tan fragmentaria que a veces uno no entiende nada. Lo único que entiende es que, fragmentariamente, hay cosas que son reales y otras que no. La tecnología no permite usar el pensamiento, ni el sentimiento, ni la intuición porque se ofrece la imagen a un ritmo que no es el natural, es un acoso".

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