Escenas de caza en el Baix Empordá

Hacía casi 30 años que Joaquim Jordá no se ponía detrás de una. cámara para rodar una película convencional. Desde Dante no es únicamente severo, que marcó el cine catalán hasta ahora, había rodado filmes militantes en Portugal e Italia, una película sobre un conflicto laboral, Númax presenta, y un apasionante documental sobre Jacinto Esteva, El encargo del cazador (1990). Y ahora vuelve en gloriosa coherencia consigo mismo, con cualquier cosa menos convencional.Cuerpo en el bosque parece nacido de la interrogación sobre la realidad de un país en el que se ha vivido, del que se sabe formar parte pero al que se puede mirar desde la distancia y sin anteojeras. Jordá se pregunta qué ocurre con gente de a pie en la Cataluña del aburrido pujolismo y lo que le sale son unas vitriólicas escenas de la lucha de clases en la Cataluña profunda, un Twin peaks áspero, asilvestrado y con jabalíes, una ficción / puñetazo que asigna a cada personaje que lo puebla el valor añadido de símbolo, de resumen de un país con una trastienda opaca y peligrosa.

Hay de todo en Cuerpo en el bosque: una teniente de la Guardia Civil que tiene los insólito$ rasgos de Rossy de Palma y que es uno de los personajes más paradójicos y tortuosos del reciente cine español; una partida de desaforados cazadores que conocen un secreto; un ex hippy que está más allá de todo, pero no del deseo; negros temporeros; campesinos reconvertidos en prósperos negociantes; y, por supuesto, un cuerpo en el bosque; y dinero, y pasiones, y víctimas propiciatorias; y ninguna inocencia.

Jordá orquesta personajes y situaciones a partir de una arriesgada metáfora, que abre y cierra el filme, la caza del jabalí; de unos jabalíes que, se quejan los personajes, ya no son lo que eran, que han perdido su fiereza, su ser en suma, en el, cruce incontrolado con los cerdos. Y la metáfora cobra su desasosegante sentido si cambiamos jabalíes por clases subalternas, cazadores por clases dominantes, pequeña población de la Cataluña gerundense que Jordá tan bien conoce por el país entero, investigación criminal... por algo que, el espectador agradecerá que no le sea revelado.

Con su aire de descarada crónica de las que no salen a contrapelo y el fascinante espejo deformante de su trama, en el que nadie es quien parece ser; con sus implacables golpes de efecto -¡ahí es nada el número sexual del sospechoso y la Guardia Civil dentro de un coche del Cuerpo!- y su dura, inclemente resolución. Cuerpo en el bosque es la saludable confirmación de que Jordá no ha perdido sus mañas; de que sigue siendo, además de un observador atento de una realidad que a otros les resulta inasible, un provocador tan inteligente como inspirado, un cineasta-ciudadano crítico al que cabe darle la enhorabuena por su regreso... y por su infatigable inteligencia.