Béjart estrena un gran ballet dedicado a las víctimas del sida
Maurice Béjart encarna la juventud artística. Cuando está a punto de cumplir 70 años, el próximo 1 de enero, el coreógrafo afincado en Lausana rinde en su última y espléndida creación, El presbiterio no ha perdido nada de su encanto, ni el jardín de su brillo, un homenaje a Freddie Mercury y a Jorge Donn, ambos fallecidos a la misma edad por culpa del sida. La obra, que se representa hasta hoy en Lausana, llegará el 17 de enero a París, antes de iniciar una gira por Latinoamérica.Que los espectadores no esperen encontrar en estas casi dos intensas horas de una creación llena de gran frescura un ballet sobre la muerte. "Si no lo digo yo, el público ni se enteraría", admite Béjart, que ha querido sobre todo recordar a los que se han ido "demasiado pronto", al igual que Mercury y Donn, a causa del sida. Las primeras reacciones de la crítica difieren: mientras que Le journal de Genéve dice que el ballet "no es de una gran originalidad pero el efecto es inmediato", 24 heures califica el espectáculo de "grandioso".
Cumpliendo al pie de. la letra su concepción de lo que debe ser un ballet -un encuentro con la música, la vida, la muerte, el amor...-, esta nueva producción es "sobre la juventud y la esperanza, porque, como un incorregible y optimista, yo creo también que a pesar de todo el espectáculo debe continuar".
La inspiración para crear la 44 a obra de su carrera le vino un día contemplando desde su chalé, en las alturas de Montreux, la imponente vista que desde allí se contempla del lago Leman. Unos días más tarde, la carátula de la obra póstuma de Mercury, Made in Heaven, recogería exactamente la misma imagen. Esta y otras coincidencias, como la edad a la que murieron Mercury y Donn, lanzaron a Béjart a crear una de las más hermosas obras de su vida artística.
Música
Toda la nueva coreografía de este marsellés septuagenario ha sido programada con exquisito cuidado. La música de Queen, y algunas piezas de la obra de Mozart "también muerto muy joven como el quinteto de Cosi fan tutte, Thamos, el Concierto para piano número 21 o la Rapsodia Bohemia. La idea de esperanza envuelve la obra. El telón se levanta con un trueno que anuncia la melodía Hace un día maravilloso y se baja con El espectáculo debe continuar.En el escenario, los blancos y negros del decorado y de la mayoría del vestuario, concebido por Gianni Versace, permiten darle a la escena el "rigor" incluso en las formas más extravagantes que busca Béjart. El mismo rigor que dio a las alusiones al sida que salpican su obra: desde la sala del hospital, donde la muerte lucha por apagar las esperanzas de vida de dos amantes, hasta la batalla encarnizada que mantienen un seropositivo y un enfermo de sida vestidos de rojo. Y el grito de desconcierto de los bailarines de Béjart, que se preguntan: "¿por qué el amor nos hace la guerra?".
Babelia
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