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Los conservadores británicos pierden la mayoría en medio de una nueva tormenta 'euroescéptica'

John Gorst, un desconocido diputado tory de 68 años que se considera a sí mismo un pesimista, alcanzó ayer la máxima notoriedad pública de su carrera al "retirar su apoyo" parlamentario al Gobierno, que queda así en minoría técnica. Gorst no mencionó la palabra dimisión, pero su anuncio significa que en las votaciones de la Cámara de los Comunes el grupo conservador dispondrá ahora de 322 diputados frente a los 323 de la oposición tomada conjuntamente. Su retirada cierra una emana negra para el primer ministro, que afronta una nueva tormenta euroescéptica.

No ha sido Europa, sin embargo, sino el futuro de un hospital de Londres que pierde su UVI la causa del plante de Gorst. Conservadores y laboristas se enzarzaron ayer en Londres en un debate lingüístico sobre el verdadero alcance de los términos usados por Gorst. Para sus compañeros de partido su anuncio de "retirar el apoyo" al Gobierno de Major no significa una dimisión.Pero los laboristas opinaban que el debate es puramente académico, por cuanto lo que importan son los votos en la Cámara y el Gobierno tendrá uno menos.

En todo caso el impacto de la pérdida es más de carácter moral que práctico para un Gobierno británico que sobrevive desde hace meses gracias al apoyo casi incondicional de 13 diputados Unionistas del Ulster.

La decisión del diputado John Gorst viene a subrayar el clima de división e indisciplina en el Partido Conservador, especialmente agudo en lo que respecta a la cuestión europea.

Un sector de los diputados tories reclamó el jueves por la noche al primer ministro, John Major, en una tormentosa reunión del grupo parlamentario conservador, que anuncie de una vez por todas que el Reino Unido no adoptará el euro si su partido gana por quinta vez las elecciones generales, previstas para la primavera del próximo año.

Comité 1922

La petición expresada por varios diputados euroescépticos en una reunión del denominado Comité 1922 que agrupa a los diputados de a pie conservadores, cuenta, según la prensa londinense, con creciente apoyo en el partido.Un representante de este sector, el diputado Tony Marlow, se atrevió ese mismo día a reclamar la dimisión del ministro de Economía, Kenneth Clarke, uno de los pocos euroentusiastas del Gobierno y partidario de que el Reino Unido mantenga abierta la opción de sumarse o no a la Unión Monetaria Europea.

Los rumores de nuevas discrepancias entre Clarke y el primer ministro en torno a este tema crucial han dado nuevas alas a los rebeldes tories. La línea adoptada en abril pasado, con enormes dificultades por cierto, por el Ejecutivo británico, es la de convocar un referéndum sobre el tema de la integración en el euro si el partido gana las elecciones.

Sin embargo, la decisión laborista de ofrecer la misma promesa a los votantes ha encrespado los ánimos de los conservadores. Los más radicales creen que ha llegado la hora de montar la campaña electoral sobre la base de un no a la moneda única.

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