Halfter nos devuelve 'El amor brujo'

La Universidad Politécnica, Cristóbal Halfter y la Sinfónica de Sevilla nos han deparado un homenaje auténtico a Manuel de Falla. La veracidad de todo homenaje supone, de entrada, una actitud moral y el reconocimiento a un hombre de genio, y si es tan significativo como Falla, obliga, además, a la fidelidad y el máximo respeto. Sin esto, las conmemoraciones vienen a ser "naranjas de la China", como le gustaba decir a don Manuel.Halfter, obligado por su conciencia de músico serio más, incluso, que por lo que su apellido representa, nos ha devuelto El amor brujo tal y como su autor lo culminó. Le dio aire, luz, sosiego y ese misterio que emana de lo ritual. Con nobleza de estilo y voluntad de profundizar supo evidenciar lo insólito de estos pentagramas, quizá únicos en la músita del siglo XX. Cantó muy bien Mabel Perelstein y respondieron los músicos sevillanos con naturalidad y riqueza de detalle. El éxito alcanzó matices de excepción, lo que sucedió igualmente con la segunda suite del Sombrero de tres picos.

Beethoven, a la altura de la quinta y sexta sinfonía s compuso en 1808 la Fantasía para piano, coros y orquesta, un curioso y desigual anticipo del final de la novena. Sobresale la belleza del piano en el adaggio inicial; luego el desarrollo adquiere forma de variaciones sobre un tema que, más tarde, madurará en la sinfonía con coros.

El gran Dimitri Baslikirov tocó la parte solista de manera admirable y los coros cantaron con afinación, cohesión y sobriedad de línea. El éxito para Halfter, como autor e intérprete, alcanzó la cima después con Viento y batalla, ese hallazgo en el que nuestro músico hizo hablar con propiedad al presente y al pasado lejano de la música española.