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El Hard Rock dice que sus hamburguesas son de vacuno español

Antonio Jiménez Barca

A las tres de la tarde de ayer, el Hard Rock Café, situado en la plaza de Colón, estaba lleno. Para comer era necesario esperar por lo menos 10 minutos de cola. Y la mayoría de los clientes engullía con aplicación hamburguesas de carne de vaca. Un portavoz de la empresa manifestó que se trataba de vaca española -gallega y castellana, para ser precisos-, saliendo al paso de la alarma creada al trascender que el Ayuntamiento de Madrid se había incautado el pasado 4 de noviembre de 1.700 kilos de carne de vaca irlandesa importada desde Inglaterra, que fueron destruidos, como adelantó El Mundo. Desde entonces, según la empresa, el vacuno que se consume es nacional.Rafael Jiménez, portavoz del restaurante, precisó ayer que, aunque la carne "provenía de Inglaterra, las vacas eran irlandesas", con lo que, a su juicio, se despejaba cualquier conjetura sobre la posibilidad de que los animales estuvieran afectados por la enfermedad de las vacas locas. "Ha sido un trámite administrativo, ya que está prohibido traer carne de vaca de Inglaterra, pero no peligroso, ya que las vacas eran irlandesas".

En total, la carne confiscada, unos 1.700 kilos, daba en el Hard Rock Café para alrededor de 7.000 hamburguesas, es decir, lo que se consume en este establecimiento en 10 días, según manifestó Rafael Jiménez.

El Ayuntamiento inspeccionó el local al conocer por los medios de comunicación que en París se había clausurado un centro de la misma cadena por consumir carne de origen británico. Simón Viñals, concejal de Consumo, confirmó ayer que se ha abierto un expediente al Hard Rock Café. La carne era irlandesa, pero se había elaborado en un establecimiento británico, y hay una resolución de la UE que prohíbe la importación tanto de la carne sacrificada en el Reino Unido como de la elaborada allí.Viñals eludió pronunciarse sobre un posible cierre del establecimiento. "Sería ilegal clausurar el local antes de concluir el expediente. Primero hay que calificar el tipo de falta, que puede ser leve, grave o muy grave, y luego ver si la sanción que procede es una multa o el cierre".

Leandro Crespo, portavoz socialista de consumo, es partidario de una sanción persuasiva: "Incluso plantearía el cierre". En relación a la actuación municipal, Crespo manifiesta que "los canales de distribución hay que controlarlos permanentemente. No se puede hacer una inspección sólo porque se lee en un periódico lo que pasa en París".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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