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TRAGEDIA EN LOS GRANDES LAGOS

"No es momento para huir"

Los religiosos españoles en Zaire consideran "cómplice de la matanza" a la comunidad internacional

Alfonso Armada

ENVIADO ESPECIALLos disparos esporádicos que saltan la tapia del instituto Mwanga (la luz, en suajili) no sobresaltan un ápice a los hermanos salesianos José Luis Martínez y Esteban Ortega. Los directores de este centro escolar de Goma, al que acudían 1.170 alumnos, antes de la rebelión de los tutsis zaireños que se han hecho con el control de las principales ciudades de la región de Kivu, al este del inmenso país africano, han demostrado a la ONU y a las organizaciones no gubernamentales que el pasado sábado abandonaron a su suerte a un millón de refugiados que con coraje y fe se puede resistir.

Los hermanos no tienen pelos en la lengua, sobre todo el padre Ortega, a la hora de condenar tanto a la comunidad internacional -"cómplice de esta matanza"- como al nuevo poder tutsi -"que no sólo quiere alejar a los refugiados de la frontera, sino también suprimirlos por inanición"-

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Los dos sacerdotes, que no han dudado un instante a la hora de optar por quedarse en Goma y "evitar que el colegio fuera saqueado", como ha ocurrido con prácticamente todos los edificios de esta ciudad levantada a la sombra del majestuoso volcán Niyiragongo, califican de "vergüenza aceptada por todo el mundo lo que ha ocurrido durante los dos últimos años, con más de un millón de refugiados ruandeses viviendo en un estado terrible, deshumanizado". Frente a la frustración del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Cruz Roja y muchas organizaciones no gubernamentales cuando decidieron abandonar a los refugiados y huir a Ruanda ante la falta de seguridad y el pillaje general, los hermanos salesianos tienen una respuesta sencilla: "Hemos optado por quedamos porque es ahora cuando la gente sufre más en Goma. No es momento para huir".

Perdidos en Kivu

Otro salesiano, Honorato Alonso, permanece en el Instituto Técnico Industrial de Goma. En Katindo, a pocos kilómetros de la capital de Kivu Norte, siguen las carmelitas Leonila Lara, Gemma Miró, Josefa Echevarría, Josefa Artola y Rosario Espada, y el hermano Rafael González, también carmelita. Además, entre la colonia religiosa española al este de Zaire hay que contar con otro carmelita, el hermano Celedonio, "perdido por el interior de Kivu", y la hermana María Teresa, de la Congregación de las Hijas de la Caridad. Algunos de estos religiosos, "que ya sufrieron la guerra civil en Ruanda", están deseando salir, pero de momento la frontera sólo está abierta para los periodistas.

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Las buenas palabras del jefe militar rebelde, el comandante Andrè Kissasse Ngandu, sobre la libertad de movimientos de las organizaciones humanitarias choca con el celo y los malos modos de sus hombres en la frontera. Sin embargo, ni la ONU ni ningún otro organismo internacional parece de momento interesado en negociar con los rebeldes que controlan buena parte de Kivu, "a pesar de que mucha gente ya ha empezado a morir. ¿Es que las organizaciones no gubernamentales han claudicado?", se preguntan los religiosos. Sólo una furgoneta cargada de medicamentos pudo llegar ayer al hospital baptista, donde han atendido a 200 heridos e los últimos combates. Los hermanos salesianos, que niegan a cerrar el instituto

Mwanga a pesar de la ausencia de alumnos, comparten no sólo congregación, sino convicciones, edad (43 años) y origen: ambos son burgaleses, José Luis Martínez es de Renuncio y Esteban Ortega, de Cilleruelo de Arriba. Los hermanos han repartido hasta el momento quince toneladas de maíz y de alubias de un almacén de Cáritas, pero no les quedan muchas reservas. En las calles se cruzan con algunos de sus antiguos alumnos, convertidos en guerrilleros. A ellos no les ha sorprendido la rebelión, que apellidan indefectiblemente tutsi, y conocen tanto al comandante Kassisse como al portavoz político rebelde, Lauren Kabila, que desde Bukavu, capital de Kivu Sur, han hecho un llamamiento para "librarse todo Zaire" en nombre de la Alianza de Fuerzas Democráticas de Liberación de Congo-Zaire.

"Desde antes de la llegada de los refugiados hutus, en 1994, ya ha habido miles de muertos en la zona. Es un problema de nacionalidad no resuelto", recuerda el hermano Ortega, "el de los banyamulenge [tutsis zaireños desde hace generaciones], que se hicieron con grandes terrenos y ganado y consiguieron mucho poder en Kinshasa, la capital de Zaire, y que han encontrado el respaldo del poder tutsi en Ruanda y Burundi, frente a los intentos zaireños de expulsarles al otro lado de la frontera". Ambos religiosos confiesan que están "con los oprimidos, sean tutsis o hutus, y aquí los oprimidos son los hutus".

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