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PRIMER CENTENARIO DEL CINE EN ESPAÑA

Los ciudadanos de Zaragoza reconstruyen Ia primera filmación del cine español

José Luis Borau mezcla actores entre la gente para un rodaje de menos de un minuto

La plaza del Pilar de Zaragoza se llenó a mediodía de ayer de ciudadanos mezclados con figuras del espectáculo que cumplieron en esta ocasión el papel de extras. Tras las seis cámaras empleadas, los ayudantes de dirección eran también laureados realizadores (incluidos Luis García Berlanga y Fernando Trueba). Todos, actores, directores y curiosos, se mostraron disciplinados bajo la voz de José Luis Borau, encargado de llevar adelante la filmación de una nueva versión de la cinta considerada como la primera película del cine español, rodada ayer hace un siglo en ese mismo escenario.

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La salida de misa de doce se produjo ayer en la basílica del Pilar de Zaragoza 33 minutos después del mediodía. La mayor parte de los asistentes optó por abandonar la basílica a través de la puerta baja de la misma, la más oriental de la fachada sur. Entonces se pudo oír por los altavoces, instalados junto al lugar donde hoy más de 400.000 personas desfilarán para depositar sus ramos de flores a la Pilarica, las voces de mando: "Un poco de silencio. Cámaras. Motor. Acción".Los cerca de 700 invitados de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, más multitud de zaragozanos que al igual que hace un siglo quisieron ser inmortalizados, caminaron durante 48 segundos para hacer el remake de la Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza. Hubo, al igual que en un rodaje "de verdad", que repetir 'la escena, y por los altavoces se pudo oír la siempre consoladora voz del ayudante de dirección dando ánimos: "Después de ésta paramos para comer". Era el reflejo del ambiente reinante. Camaradería, abrazos y largos ratos de cháchara entre quienes apenas pueden verse a causa de sus respectivos trabajos, salvo en los platós de rodaje.

Un trajeado José Luis Borau, escoltado por Luis García Berlanga, Imanol Uribe, Fernado Trueba, Antonio Fraguas Forges, Fernado Méndez Leite, José Luis Cuerda y Ventura Pons, entre otros, formaban el equipo. A unas decenas de metros frente a ellos se situó la primera línea de actores. En el centró estaba la alcaldesa, Luisa Fernanda Rudi (PP), rodeada de algunos de los miembros de su equipo, que no quisieron perderse la oportunidad. Rudi inició el avance hacia la cámara, rodeada también por los familiares de Eduardo Gimeno, el pionero del cinematógrafo que en una soleada mañana del 11 de octubre de 1896 rodó los mismos planos. Aquella toma fue improvisada, la repetiría una semana después, esta vez con los actores ya avisados, como lo estaban ayer.

El clima también acompañó. El cierzo de días anteriores se había encargado de limpiar la atmósfera hasta propiciar, según los encargados de la imagen -Fernando Ribas y Teo Escamilla-, que hubiera una luminosidad similar a la de hace cien años. Sobre el rodaje oficial se realizó otro de las escenas previas y posteriores a la acción dirigida por Borau. La de éste pretendió ser una certificación de lo que estaba pasando en la plaza en esos momentos. La otra, mucho más animada y fuera de guión, para trabajar en la sala de montaje.

A Luis García Berlanga no le parecía que aquello pareciera un remake de Bienvenido mister Marshall. "Aquí ha habido calor real y faltó la banda de música". Antonio Fraguas, Forges se mostraba escéptico. "Está bien que se haga esto, sobre todo porque dentro de cien años la única banda que saldrá en la pantalla será la de los códigos de barras de la propia película". Fraguas no dudó en aseverar que, para entonces, "además yá nadie saldrá de misa, de una iglesia, porque lo que habrá será algo que tenga colgado un cartel con la inscripción Híper Vaticano".

Fernando Trueba, aprovechó la ocasión para recordar su amor por el cine y los tiempos pasados. "No me importaría volver al blanco y negro. Mientras no nos quiten el sonido..."

El grito de "¡ha valido! muchas gracias" puso fin a la.. segunda toma, que había durado 35 segundos. El paseo había sido mucho más corto, ya que fue imposible hacer volver a los actores a la posición inicial. Luego todos se fueron hasta la vecina plaza de Ariño, donde desde primera hora de la tarde se erige una estatua en honor de Eduardo Gimeno.

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