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PSOE y CiU temen que el Gobierno paralice el Senado con su mayoría

Luis R. Aizpeolea

El sistemático aplazamiento de la creación de las ponencias aprobadas en el Senado ha originado la preocupación no sólo de los socialistas, sino también de CiU, por la parálisis de la Cámara alta. A la decisión del presidente del Senado, Juan Ignacio Barrero, en julio pasado, de aplazar el debate sobre el estado de las autonomías se ha unido la demora, a propuesta del Grupo Popular, del debate sobre el órgano común vasco-navarro y la presentación de once enmiendas; que desfiguran su contenido, según la oposición.

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La mayoría absoluta del PP en el Senado se hace notar. A juicio de la oposición, el partido del Gobiemo no quiere abrir más frentes y ha optado por mantener la Cámara alta al ralentí.De tal modo, no se ha constituido la ponencia de financiación autonómica, acordada en junio, cuando se da la circunstancia de que el Ejecutivo aprobará el próximo día 23 el nuevo modelo pactado por los populares y los nacionalistas catalanes. Tampoco ofrece visos de inmediata creación la de reforma constitucional, que pretende hacer del Senado, una Cámara territorial, aunque su vicepresidente, Joan Rigol, de CiU, y el portavoz del PP, Pío García Escudero, estiman que se podrá constituir en un mes.

Otras ponencias, como la de profundización en la regulación del uso de las lenguas, la del estudio sobre el envejecimiento de la población, la de ordenación del servicio farmacéutico o la de privatizaciones, e incluso la comisión mixta Congreso-Senado sobre el servicio militar, recogida en los pactos entre el PP y CiU, también esperan ver la luz.

'Marketing' político

El portavoz socialista en el Senado, Juan José Laborda, se manifiesta muy crítico con esta situación. "Este Gobierno no gobierna, sino que lo hace por decreto-ley, utiliza el Parlamento para hacer marketing político y está llevando a las dos cámaras, sobre todo al Senado, que es más débil, a la parálisis", advierte.Laborda extiende su crítica al presidente José María Aznar, del que dice que "quiso venir al Senado para sacarse una foto, pero, cuando comprobó que si comparecía tenía que someterse a un debate con los grupos parlamentarios, como le sucedió a Felipe González cuando ganó las elecciones de 1982, decidió finalmente no acudir".

La desconfianza de Laborda hacia la actitud del PP es manifiesta. A su juicio, la llegada de hombres de confianza de Aznar, como Pío García Escudero, a la dirección del Grupo Popular ha contribuido a la parálisis porque "no reciben instrucciones de la dirección del partido y están bloqueados".

Pero, según Laborda, la coyuntura no perjudica a los nacionalistas: "Al hurtarse el papel del Parlamento, se potencia la relación bilateral entre ellos y el Ejecutivo, lo que siempre han querido".

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