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ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES: BLOQUEO ARTERIAL

Una terapia genética se muestra capaz de desarrollar nuevos vasos sanguíneos en pacientes

Un grupo de Investigadores estadounidenses comenzaron hace un año el primer estudio de una terapia genética para enfermedades cardiovasculares, insertando genes en arterias bloqueadas con la esperanza de que los pacientes desarrollaran su propio bypass. En caso de que funcionase, el método podría revolucionar el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares; no obstante, la terapia genética se ha caracterizado por grandes promesas y pocos éxitos demostrados. El mes pasado presentaron, sin embargo, las primeras pruebas convincentes de que la terapia genética cardiovascular podría funcionar. Una anciana, que tenía una arteria de la pierna tan obstruida que estaba apareciendo gangrena en el pie, recibió terapia genética y desarrolló nuevos vasos sanguíneos que aumentaron el flujo sanguíneo de la pierna en un 82%.Los investigadores advierten que el crecimiento de vasos sanguíneos no supuso una cura. Los nuevos vasos no fueron suficientes para invertir el curso de la gangrena que se había iniciado, y hubo que amputar la pierna por debajo de la rodilla. Según indican, la importancia del hallazgo es que demuestra que el proceso fundamental implicado en la terapia genética funciona.

Jeffrey M. Isner, médico del Centro Médico St. Elizabeth y profesor en la Facultad de Medicina Tufts, cerca de Boston, dirigió la investigación y publicó sus resultados en la edición del pasado 10 de agosto de The Lancet. El trabajo formaba parte de un ensayo clínico que el Isner lleva acabo con un gen que puede estimular el crecimiento de vasos sanguíneos.

El informe ha llamado la atención de otros investigadores en cardiología. "Esto es de una importancia realmente monumental", afirma el Steven E. Nissen, vicepresidente de la sección de cardiología de la Fundación Clínica de Cleveland. "Es un planteamiento totalmente nuevo", añade, "y sus implicaciones son muy amplias".

Pero la doctora Judith Swain, profesora y jefa del servicio de medicina cardiovascular del sistema sanitario de la Universidad de Pensilvania, se muestra más cauta. "Es una experiencia anecdótica interesante", dice. "Pero hay que tener cuidado ante un estudio con un único paciente". Por su parte, Stuart H. Orkin, profesor de pediatría de la Facultad de Medicina de Harvard y copresidente del comité nombrado por el Harold Varmus -director del Instituto Nacional de la Salud de EE UU- para asesorarle sobre la investigación de terapia genética, afirmó que los resultados le parecían alentadores.

Según dijo, "aunque evidentemente no se curó a la paciente, puede que eso fuera pedir demasiado", ya que su situación era muy grave. Orkin contempla el hallazo con "un optimismo cauto".

Las investigaciones que llevaron al ensayo clínico empezaron hace varios años, cuando los investigadores descubrieron una sustancia denominada factor de crecimiento endotelial vascular, o vegF, que parece ser la señal del organismo para desarrollar nuevos vasos sanguíneos. Isner supuso que los genes del vegF podrían permitir que los pacientes con arterias obstruidas desarrollaran vasos sanguíneos para rodear las zonas bloqueadas.

El sistema parecía casi demasiado bueno para ser verdad. En otros tipos de terapia genética, los investigadores se enfrentan al difícil problema de introducir los genes en las células y evitar que los genes lleguen a células que no los necesitan. La mayoría de las células no aceptan genes a no ser que éstos vayan dentro de un virus o envueltos en una membrana. En cambio, las células de músculos lisos, como las que recubren las paredes de las arterias, aceptan y emplean el llamado ADN desnudo, es decir, los genes en bruto. Cualquier ADN desnudo que no entre en las células musculares es degradado en el torrente sanguíneo, con lo que no va a parar a zonas donde no es necesario.

16 billones de genes

Además, los genes añadidos sólo permanecen activos en las células musculares algunas semanas, justo lo suficiente para que los genes del vegF provoquen el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, pero no lo bastante como para provocar efectos secundarios prolongados no deseados. Los experimentos en conejos demostraron que el vegF funciona; en tres semanas, los animales desarrollaron vasos sanguíneos para desviar la sangre alrededor de las zonas obstruidas. El posterior ensayo clínico se realizó en pacientes con arterias obstruidas en la pierna que no podían ser tratados mediante cirugía de bypass ni mediante angioplastia con globo.Los primeros pacientes fueron tratados con 100 microgramos de vegF, aproximadamente equivalentes a 16 billones de genes. Después, la dosis se aumentó a 500 microgramos, sin ningún resultado. Luego, tres pacientes con dolor continuo recibieron respectivamente 1.000 microgramos de genes.

Los tres experimentaron una mejora notable del flujo sanguíneo en la pierna y, según Isner, siguen sin sufrir dolor un año después de la terapia genética. Sin embargo, los angiogramas -radiografías de las arterias- no mostraron la aparición de nuevos vasos sanguíneos. Isner afirma que esto podría deberse a que, aunque crecieran nuevos vasos, fueran demasiado pequeños para ser detectados con ese método. El investigador no descarta que la ausencia de dolor se deba al efecto placebo.

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