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El presidente colombiano y su vicepresidente aumentan la confusión política al pedir mutuamente la renuncia a sus cargos

"Roto el matrimonio indisoluble", así tituló ayer el diario El Espectador la noticia del momento en Colombia: la petición del vicepresidente Humberto de la Calle, quien regresó al país y pidió al presidente Samper, por carta, su renuncia, y la respuesta del segundo, que le pide a De la Calle definirse entre "quedarse o salirse del Gobierno"."El problema, señor vicepresidente", dice la carta de Samper, "no se resuelve con que los dos abandonemos las responsabilidades del Estado dejando el país a la deriva. El problema depende de una sola decisión que está sólo en sus manos: o usted se queda o se sale del Gobierno". Y le recuerda que no es aceptable su permanencia formulando, críticas. En esta breve respuesta -leída por el portavoz presidencial- Samper acusa al vicepresidente de poner -con sus críticas- "en entredicho a las Fuerzas Armadas, al Congreso y al Gobierno".

De la Calle, que durante un año fue embajador en España, critica en su carta muy duramente la gestión samperista. Habla de la falta de "credibilidad, legitimidad y capacidad de acción" de la actual Administración, y pide la renuncia del presidente.

La ruptura entre Samper y De la Calle pone en evidencia, una vez más, la polarización que vive hoy Colombia. Mientras unos apoyaron la propuesta del segundo, de formar un Gobierno de unidad nacional, otros se fueron lanza en ristre contra él calificándolo de "desleal' , y de no aportar sino más confusión a un país hoy totalmente confundido. El noticiero UAP de televisión realizó la noche del jueves un sondeo: "¿Quién debe renunciar: Samper o De la Calle?". Un 35% de los encuestados contestó que Samper. Un 27%, que De la Calle.

Algunos creen que la actitud de De la Calle no es sino un primer paso para su renuncia. Ayer incluso se barajaban nombres para su reemplazo que tendría que ser definido por el Congreso. Políticos y comentaristas le habían pedido al vicepresidente, en los últimos días, renunciar, lanzarse al ruedo para las elecciones de 1998 y enfrentarse a la candidatura del ministro de Gobierno, Horacio Serpa, visto por un sector del liberalismo como una peligrosa figura populista.

Esta disputa se da cuando varias provincias del país están bloqueadas por una orden de la guerrilla que impide el tránsito por carretera y por varios ríos, y cuando se ultiman los detalles para la entrega de 60 soldados "presos de guerra" que permanecen en poder de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), desde hace ya más de una semana. [Al menos 10 militares murieron y otros ocho resultaron heridos en un ataque de las FARC ocurrido ayer en el departamento de Guaviare, al sur del país, informa Efe].

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