Coppola: "Para hacer cine hay que ser infeliz"
Su último filme, 'Jack', acude al Festival de Venecia ante la sorpresa del director
"La vida es un instante huidizo. Debes vivirla a tope y con todo el corazón" dice Francis Ford Coppola mientras explica los motivos que le impulsaron a dirigir Jack, una comedia protagonizada por Robin Williams que se estrena estos días en Estados Unidos. El filme, producido por Ricardo Mestres y por la American Zoetrope de Coppola para la Walt Disney, ha sido seleccionado para el próximo festival de Venecia. Una elección con la que Coppola no está de acuerdo: "Es una película muy sencilla y muy dulce, y Venecia prefiere películas más personales".
El realizador de El Padrino ha trazado en esta ocasión un relato sobre la precariedad de la vida vista a través de los ojos de un niño de 10 años, nacido con una malformación congénita que hace que el cuerpo crezca cuatro veces más rápido de lo normal. Jack tiene el cuerpo de un hombre de 40 años: se afeita, pero juega al escondite con su madre. Sus padres (Diane Lane y Brian Kerwin) y su profesor particular (Bill Cosby) le adoran y le protegen de la vida exterior, pero Jack sueña con vivir una vida normal. Por fin consigue convencer a sus padres de que está preparado para lanzarse a la mayor aventura de su vida: hacer quinto de EGB, y aunque al principio los demás niños se alejan de él, porque lo consideran un monstruo de circo, pronto se convierte en el compañero más querido, gracias a su carácter generoso."La mayor dificultad consistía en conseguir que Robin Williams estuviera creíble en el papel de un niño de 10 años", dice Coppola, quien asegura que este proyecto ha significado un desafío personal: "Al contrario de lo que ocurrió con Apocalypse now, que fue una tortura, Jack ha sido una diversión. Trabajar con niños es un placer: están llenos de vida. Sólo hay que ayudarles a entender su personaje".
La película, dedicada a la pequeña Gia, de 10 años, hija de su hijo Giancarlo, muerto en accidente náutico en 1986, toca una tecla muy personal de la vida del director: "En 1949, cuando tenía nueve años, tuve poliomielitis y pasé un año entero en mi habitación", explica Coppola. "En aquella época necesitaba imperiosamente estar con chicos de mi edad, salir, sentirme normal. Afrontar el problema de Jack me ha conmovido: su insólita condición física le impedía estar con otros niños, y esto le hacía sufrir. Entiendo también los problemas que podía tener alguien que, como él, se enfrentaba por primera vez al colegio: en mi infancia cambié muchas veces de colegio, y cada vez, inevitablemente, llegaba a mitad de curso. Ir hacia mi pupitre era como ir hacia el patíbulo".
"No iré a Venecia"
Coppola fue el primer sorprendido ante la noticia de que su cinta había sido seleccionada para acudir a Venecia. "Gillo Pontecorvo me había preguntado por Jack en Cannes, cuando yo era presidente del jurado, y ya entonces le dije que no me parecía una película adecuada para Venecia", recuerda el director. "Aunque la película esté en Venecia, yo, personalmente no estaré. Los festivales son muy cansados. Sin embargo, espero que me inviten otro año, con otra de mis películas".El sueño actual del director, según él mismo confirma, es estar en una posición que le permita hacer sólo puestas en escena originales, algo que no siempre coincide con los deseos de los productores: "Hoy el problema es que si quieres contar una historia tuya, original, tardas años en encontrar el dinero, y si aceptas hacer la película que quieren las productoras, debes resignarte a hacer siempre los mismos productos".
Permitirse ese lujo personal, a través de realizaciones que trasciendan la mera búsqueda del éxito, es lo que Coppola encuentra más difícil pero también más excitante: "Ahora me gustaría dirigir mis propios guiones, como Woody Allen, historias que expresen tu opinión sobre la vida. El padrino era un proyecto de este tipo, en el que yo, siendo italoamericano, sentía que podía aportar algo. Lo mismo ocurre con Jack y con mi próxima película, The rainmaker, basada en la novela de John Grisharn".
El cineasta lleva más de un año trabajando en el guión de su próximo proyecto, una película épica "muy ambiciosa" y que Coppola compara con Apocalypse now aunque, matiza, "es más original, más meditada: "Se trata de una metáfora de nuestra civilización contemporánea; una historia que trata sobre artistas, hombres de negocios, pobres y ricos. Está ambientada en una ciudad gigantesca, que podría ser Nueva York, y es el tipo de película más difícil de hacer, porque no tiene precedentes".
De todos modos, Coppola parece resignado a no alcanzar la felicidad haciendo películas: "Con los años he llegado a la conclusión de que para hacer cine hay que ser necesariamente infeliz, y yo lo he sido en la mayor parte de mis filmes. ¡Si pienso en la cantidad de años que he desperdiciado desesperándome con El padrino!, sobre todo con la primera parte: fue una experiencia horrible, todos me odiaban porque no estaban de acuerdo con mi forma de rodar o con la elección de los actores. Y por la tarde, en lugar de salir y divertirme, me quedaba en casa paralizado por la preocupación. Ahora soy más viejo, más maduro y más sabio, no me tomo tan en serio los altibajos de la vida y procuro ver las cosas de modo positivo. Me gusta disfrutar de la paz del campo y de mi vino, que, como la música, es una de las cosas buenas que podemos tener y que no nos hace daño, siempre que no se beba mucho".
COPRIGHT La Repubblica / EL PAÍS
Babelia
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