De Sica, nombre prometedor

Debido a que el cine italiano no se encuentra en el mejor momento de su brillante trayectoria, a pesar de que empieza a recuperarse, y a las cada vez mayores dificultades que tienen las películas europeas para circular libremente por la Comunidad Europea, las producciones italianas llegan a las pantallas nacionales muy de tarde en tarde y, salvo casos excepcionales, pasan por ellas a una excesiva velocidad.A pesar de situarse dentro del grupo de las mejores producciones que intentan revitalizar la gran "comedia a la italiana" de los años sesenta, y narrar con habilidad una historia de homosexuales que se sitúa más cerca de la comedia que del drama, Hombres, hombres, hombres ha tardado dos años en estrenarse en España.

Continuadora de la gran tradición italiana de producciones de episodios entrecruzados, Hombres, hombres, hombres describe con buen humor, teñido de un cierto dramatismo, las pequeñas aventuras de cuatro amigos cuarentones homosexuales. El arquitecto al que se le casa su pareja, el camisero a quien se le muere la madre, el médico que quita el novio a su mejor amigo, el productor de cine que tiene problemas con su hijo.

Uno de sus máximos atractivos es ser la primera película que se estrena en España dirigida por el romano Christian de Sica Hijo del gran actor y director italiano Vittorio de Sica y de la actriz española María Mercader, debuta como actor de cine en 1973. Sin embargo, siguiendo la trayectoria de su padre, a quien además se parece mucho físicamente, comienza una carrera paralela como realizador a principios de la década de los noventa.

Personal y comercial

Sus éxitos como intérprete en Italia le permiten comenzar su carrera cómo director. Debuta en este terreno con la personal Faccione (1990), pero se ve obligado a realizar las más comerciales El conde Max (1991), nueva versión de uno de los grandes éxitos de su padre, y Ricky e Barabba (1992), antes de proseguir por una línea más interesante con Hombres, hombres, hombres, y la reciente Tres (1995).Como tantos hombres de cine italianos de su generación, Christian de Sica no sólo es el director de sus películas, sino también coguionista y protagonista. Este. curioso fenómeno se debe más a la crisis que durante demasiados años ha atravesado el cine italiano que a una verdadera necesidad de control. A pesar de que le falta una cierta intensidad a su historia, en esta ocasión vuelve a demostrar que es un buen actor, deja muy claro su habilidad como guionista y aparece como un prometedor director.