_
_
_
_

La apasionante vida de la amante de Kafka

Se publican en Alemania varios libros que recuperan la figura de Milena Jesenska

Milena Jesenska, destinataria de las Cartas a Milena de Franz Kafka, comunista y antiestalinista, patriota checha en la resistencia contra los nazis, feminista a la que un tiempo le gustó escandalizar con un toque de lesbianismo, internada en un manicomio por su padre, morfinómana, figura de los cafés y salones literarios de Praga y Viena; acarreó maletas, dio clases de idiomas, sirvió en casas e incluso robó, para ganarse la vida o para llamar la atención; convertida en brillante periodista, mantuvo tormentosas relaciones con varios hombres; prisionera de la Gestapo en Praga, murió en el campo de concentración nazi de Ravensbrück, donde las presas fieles a Stalin hicieron todo lo posible por amargar el final de su apasionante existencia.

Más información
Resistente antinazi

Milena, la novia de Kafka, con quien mantuvo una relación epistolar y unos breves y complicados encuentros, cuando ya la tuberculosis devoraba al escritor, pasó muchos años inadvertida y eclipsada, reducido su nombre aun título de libro. El centenario del nacimiento de Milena, que se cumplió ayer sábado, ha sacado a relucir una biografía marcada por las dos grandes tragedias de la primera mitad de este siglo: el nazismo y el comunismo en su versión estalinista. Con motivo de este centenario, se han publicado en Alemania varios libros sobre Milena Jesenska y han aparecido en Praga documentos sobre su detención por la Gestapo. La publicación de una antología de sus artículos, crónicas y reportajes sacan a relucir su enorme talento periodístico, su libertad de mente y su insobornable condición de persona opuesta a todos los que condenan la funesta manía de pensar.El padre de Milena era una auténtica mala bestia. Al menos así se deduce de la descripción que hace Jana Cerna, la hija de Milena, en la biografía que escribió de su madre. Dentista y catedrático universitario, los recuerdos de Milena sobre la infancia con su padre los resume su hija Jana en tres palabras: fealdad, tristeza y miedo. No obstante, el feroz padre, que enviudó cuando Milena tenía 20 años, envió a su hija al instituto femenino Minerva, donde se formó una élite de mujeres checas, toda una generación de pioneras de la emancipación femenina.

No pudo resistir el profesor patriota checo el enamoramiento de su alocada hija con un bohemio que frecuentaba los cafés de Praga, Ernst Pollak, austriaco y judío para mayor inri. El profesor internó a su hija en un manicomio, de donde Milena se escapaba para encontrarse con su amante. De este tiempo proceden sus primeros intentos con la morfina, que Milena robaba de la consulta de su padre, pero la dependencia de la droga se agudizó varios años más tarde, tras el nacimiento de su hija Jana, como consecuencia de las dosis, recibidas en el hospital.

Decadencia en Viena

Milena y Pollak huyeron de Praga y se establecieron en la Viena decadente y derrotada tras la primera guerra mundial. Allí Pollak la sometió a toda clase de perrerías, inclusó, hacerla convivir con sus amantes bajo un mismo techo en nombre de la libertad sexual. Milena se ganaba la vida a base de acarrear maletas en la estación, dar clases de checo a señoritas de buena familia y limpiar casas, mientras, Pollak deslumbraba a sus contertulios en los cafés vieneses.De esa época data la relación y los encuentros con Kafka, que le escribía a escondidas a un apartado de correos de Viena. Había empezado Milena a escribir en periódicos y revistas de Praga como una especie de corresponsal y cronista cultural y tradujo al checo El fogonero, un relato de Kafka que luego formó parte de un libro. Kafka comentaba los artículos de Milena y llegaron a encontrarse, pero la relación resultó imposible. Las cartas de Kafka suponían para Milena un bálsamo en las heridas de su relación con Pollak. Para Kafka, escribe la hija de Milena, suponían arrancarle del sentimiento de la soledad: "Su amor vivió sólo en las cartas, aparte breves encuentros. Kafka y Milena no tuvieron que confrontar su amor con la realidad".

En esta misma época Milena contactó con las ideas del comunismo, que hacía poco se había impuesto en Rusia. Conoció Milena al conde alemán Schaffgotsch, adicto a la ideología bolchevique. Rota la relación con Pollak y sin que, llegase a cuajar la que, mantuvo con Kafka, que murió en 1924, Milena regresó a Praga con su conde comunista y empezó a trabajar en periódicos y revistas y moverse en los círculos de la vanguardia política y cultural de la floreciente capital checa. Escribía Milena en las páginas dedicadas a la mujer y el hogar del periódico y complementaba sus ganancias con traducciones.

Al conde bolchevique alemán le sucedió el matrimonio con el arquitecto Jaromir Krejcar, un seguidor de la Bauhaus alemana, comunista también, a quien su fe en la idea le llevó a abandonar Praga (y a Milena) y establecerse en la Unión Soviética, de donde regresó horrorizado ante los crímenes y las purgas del estalinismo. De esta relación con Krejcar nació en 1928 la hija Jana. Frente a Pollak, que la maltrataba con su indiferencia, y a Kafka, que prefería encerrarse en su escritorio a encontrarse con la amante, ahí estaba Krejcar. Según la hija de ambos, la irresponsabilidad y falta de cabeza presidían la relación: "Tomar decisiones en base al placer de olvidar todo cuando existe, incluida la posibilidad de estar con la persona a quien se ama". El matrimonio con el arquitecto consiguió incluso el beneplácito de su amado-odiado padre.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_