Contra un lastre secular
La ciencia española arrastra un lastre de siglos en falta de apoyo de las instituciones públicas y privadas. Pero ha habido un esfuerzo muy importante a partir de los años ochenta que supuso no sólo un incremento significativo de los fondos públicos dedicados a ciencia y una reorganización del sistema Implantando criterios de planificación y calidad en la ejecución de planes de trabajo. Así, por ejemplo, el sistema de evaluación de programas de investigación siguiendo las pautas internacionales ha permitido seleccionar y favorecer la investigación de calidad.El resultado ha sido un aumento drástico de la cantidad y la calidad de la producción científica española, contabilizable en el número de publicaciones en revistas de prestigio internacional o en la participación en programas científicos europeos.
En 1995 se aprobó el III Plan Nacional de I+D para 1996-1999, con un presupuesto de unos 100.000 millones de pesetas. Ese esfuerzo inversor se detuvo a principios de los años noventa en un 0,09% del producto interior bruto, cuando el objetivo era alcanzar en 1990 el 1% y converger hacia la media de los países europeos, que ronda el 2%. Un mes antes de aprobarse el Plan, en círculos científicos se ironizaba con las siglas I+D traduciéndolas como Improvisación + Desempleo.