El barbero pintor

"Siempre ha habido casos de grandes artistas de formación autodidacta, pero pocos llegaron a tal punto". El presidente de la Xunta, Manuel Fraga, se refería ayer con estas palabras a uno de los aspectos más sorprendentes y reveladores del talento artístico del pintor desaparecido. Laxeiro quiere decir en gallego cantero, el pintor tomó el seudónimo, según confesó él mismo en una entrevista, de A Laxe, lugar donde vivía su abuela.Nacido en 1908 en Donramiro, una pequeña aldea del municipio de Lalín (Pontevedra), a los 13 años tuvo que emigrar a Cuba reclamado por su padre. Junto a él trabajaba de día mientras aprovechaba las noches para aprender algunas nociones de dibujo en las clases que se impartían en el Centro Gallego de La Habana.

Cuatro años después regresó a Lalín y comenzó a ganarse la vida de barbero, "un barbero de romería y velatorio", como ha escrito Camilo José Cela, a quien ilustró varios libros. Entre afeitados y cortes de pelo, hacía dibujos para sus paisanos hasta que se fijó en él Ramón María Aller, un célebre astrónomo del pueblo. Becado por el Ayuntamiento y la Diputación de Pontevedra, pudo irse a Madrid a estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se encauzó su talento artístico. La otra gran escuela de su vida fue la estancia en Buenos Aires en los años 50, una época en que la capital argentina era el verdadero centro de la cultura gallega ya que allí se habían exiliado, junto a la nutrida colonia de emigrantes, personalidades como Castelao o Eduardo Blanco Amor.

Aunque su celebridad venía de lejos, en los años 80 se convirtió en punto de referencia para los más jóvenes artistas gallegos. Era un modo de buscar un enganche entre el pasado y las corrientes internacionales de la pintura, como explicaba ayer la directora del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), Gloria Moure. El CGAC, precisamente, acababa de organizar a principios de este año una gran antológica con las variadas etapas de su extensa obra.