i Viva Billy!
Hoy cumple 90 años Billy Wilder. Ha escrito y dirigido películas inteligentes, ácidas, lúcidas, implacables, divertidas, románticas, escépticas. Sus guiones poseen una perfección deslumbrante, una sofisticada arquitectura que nadie antes había conseguido ni nadie después. Visualmente, sus películas son tan modestas como eficaces. En las 26 que ha dirigido no puede encontrarse ni un solo plano exhibicionista, ninguna concesión a la galería. Wilder posee la visión del mundo de Stroheim, el sentido de la narración de Lubitsch y el estilo visual de Hawks. Ha creado una galería de personajes humanos, antiheroicos, poseedores de todas las debilidades y todos los vicios, de seres de carne y hueso.Es el único director vivo de ese olimpo del cine que comparte con Jean Renoir, Buster Keaton, John Ford, Luis Buñuel, Charles Chaplin, Ernest Lubitsch, Howard Hawks, Alfred Hitchcock y Preston Sturges.
Tuve la suerte de conocer a Wilder hace ocho años y le he visitado unas cuantas veces desde entonces. Todavía recuerdo la primera visita. Subí los escalones y llamé al timbre temblando. En el momento que abrió la puerta, mi nerviosismo se evaporó. Tuve la sensación de estar con alguien a quien conocía desde siempre. Un hombre amable, cercano, interesado por todo, desde los últimos estrenos hasta la pintura española -es un gran fan de Equipo Crónica, de quien posee un par de obras.
Siempre que le he visitado le he encontrado trabajando en algún proyecto. Uno de ellos, del que me habló en varias ocasiones, era la historia del Petomane, un hombre que, en el París del cambio de siglo, hizo un arte del pedo, que llegó a actuar en el Moulin Rouge donde fue visitado por Sarah Bernard e incluso por reyes. En la versión de Wilder, su mujer y sus hijos se despiden de él cada noche creyendo que tiene un trabajo gris y vulgar.Wilder gusta de definirse como un profesional y como alguien que hace películás como en la Chrysler hacen coches. Ello le evita aburridas conversaciones y perder el tiempo autoanalizándose. Una de las últimas veces que le vi le pregunté cómo iba el trabajo y me dijo: "Fernando, no creo que haga ya ninguna película. La TWA ha dejado de existir y a nadie le importa un comino. No creo que tampoco les preocupe que yo no haga más películas". Lo dijo con naturalidad, sin amargura. Yo le pregunté por aquel proyecto del pedómano. "Lo he abandonado. No era una buena idea. Ya estoy viendo los titulares de las críticas: "Wilder se despide con un pedo". "Bueno, hay peores formas de despedirse", le dije. Siempre pensé que esa historia era una buena metáfora del trabajo del artista.
Me hizo gracia que usara el pretexto de la crítica, pero, claro, hay que pensar que la crítica nunca le trató muy bien. Hasta El apartamento recibió un gran porcentaje de ataques. Aunque su récord lo consiguió con las soberbias El gran carnaval y Bésame, tonto. Ahí fue literalmente masacrado. La única ocasión en que los prestigiosos Cahiers du Cinema se dignaron en entrevistarle, se disculpaban en la entradilla de la entre vista por hacerlo, no siendo él uno de los grandes, debido a que se encontraba en París rodando algunos exteriores para Irma la douce. Pero, claro, en aquella época, estaban muy ocupados estudiando al gran genio de la comedia Jerry Lewis.
Durante años admiré sin límites sus películas. Ahora mi admiración por la persona tras aquellas películas no es menor: por su humanidad, bondad, humor, inteligencia y elegancia. Si leyera esto diría: "Suprime las dos primeras cosas, ¿quieres hundir mi reputación?".
Al final de Groucho y yo, cuenta Groucho Marx cómo una mujer se le acerca en la calle y le dice: "Por favor, no se muera nunca". Pues eso.
Babelia
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