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"La historia es Kafka"

Andrés Fernández Rubio

"Este año no he escrito ni una frase. Hoy es 13 de junio, y desde el uno de enero para acá no he escrito ni una línea". Peter Handke está en una taberna de Madrid, La Dolores, delante de un vaso de vino. La ha elegido él para la entrevista, en un pequeño cambio de planes, porque estaba cansado de pasarse toda la mañana en el hotel. De vez en cuando se escucha el estruendo de los platos y otros ruidos de tasca, pero parece acostumbrado. Handke conoce España, y no sólo de paso. Habla de Linares, Toro, Ronda, Ceuta, Úbeda, Baeza, Jaén, Soria, Algeciras, y de la comarca de la Cerdanya, en el pirineo catalán, lugares que ha visitado en los últimos años. De vez en cuando, vuelve al tema que le obsesiona, la guerra en la antigua Yugoslavia, y a la polémica que ha suscitado su crónica Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina (Justicia para serbia), editada en libro por Alianza y que tuvo en Madrid el miércoles una agitada presentación.Alianza prepara también la traducción del último libro de ficción del autor austríaco, un grueso volumen titulado Mi año en la bahía de nadie. "Cuenta la historia de un hombre solitario en las afueras de París", explica Handke. "Es un hombre al que le gusta vivir en las afueras, que está atraído por el mundo de las afueras. Cuenta su historia durante un año, y al mismo tiempo la de varios de sus amigos a lo largo del mundo: Japón, España, Escocia. Siete amigos, incluyendo su hijo. Estos amigos viajan para verlo al finales de año a su casa de las afueras. Esa es la historia del libro, no hay muchos acontecimientos dramáticos". Los personajes de la obra son inventados, aunque en algunos aspectos se basan en gente que el escritor conoce, pero a quienes proyecta en situaciones diferentes. "Sueño a través de ellos", afirma. "Por ejemplo, hay un pintor español famoso que quiere rodar una película, y pierde su identidad. Por que el libro está proyectado en el futuro, tiene algo de ficción científica. Lo escribí en 1993 y está ambientado en 1997, un año en el que Cataluña se convierte en un estado independiente. Pero él no quiere ser catalán en un estado independiente" porque él está en contra del nacionalismo. Ama a Cervantes". El tema del nacionalismo le lleva a Handke a hablar de la antigua Yugoslavia, "donde el nacionalismo se ha convertido en ley", señala. "Ahora hay Estados que se han convertido en Historia, y la Historia siempre tiene razón. Es la tragedia de la vida. Siempre pensé que la visión de Kafka de la vida individual en relación con las fuerzas del mundo es la más profunda de la humanidad: cómo se lucha contra los poderes sin oportunidad de ganar. Ahora, el conflicto de Yugoslavia me hace pensar que la visión de Kafka sobre la vida individual se ha convertido allí en ley para la gente. La historia trágica de los yugoslavos es la visión de Kafka trasladada del individuo a la población. La Historia no es optimista, no se dirige hacia lo positivo ni hacia las soluciones, sino a la tragedia. Es Kafka".

Peter Handke sostiene que la guerra de los Balcanes es una vergüenza para Europa y un lastre en la tan coreada unión. "Tengo que decir que odio esa clase de Unión Europea que destruye la mejor utopía de Europa, que era Yugoslavia", comenta. "Para mí Yugoslavia llegó a ser el modelo de Europa. Y ahora, sin Yugoslavia, ¿qué clase de Europa artifical y vacía queda? Odio esa clase de Europa, sin su maravillosa y extraña Yugoslavia y, en lugar de Yugoslavia, estados nacionalistas, oportunistas, deseosos de dinero rápido, ávidos de parecerse a los malditos occidentales europeos. Odio esa clase de Europa".

"Europa perdió su oportunidad de proteger a Yugoslavia", concluye. "Y Europa destruyó a Europa. Alemania; Austria; Francia, que dudó mucho, y Gran Bretaña, que también dudó mucho".

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