50.000 palabras científicas saltan a la calle
La Academia de Ciencias y expertos contribuyen al lenguaje de la 'tercera cultura'
La reciente aparición de la tercera edición del Vocabulario científico y técnico, elaborado por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, ha puesto en circulación 50.000 términos y 60.000 acepciones del lenguaje científico. La lexicografía científica penetra en la vida cotidiana. Según el presidente de la Academia de Ciencias, Ángel Martín-Municio, "la Seguridad Social ha popularizado la ciencia". Para el científico colombiano Manuel Patarroyo, "el científico se debe a la comunidad". A la separación entre creadores y científicos ha seguido una tercera cultura.
En la calle Valverde, de Madrid, hay un sex shop y al lado el edificio de la Real Academia de Ciencias, creada en 1582 por Felipe II como Academia de Matemáticas y refundada por Isabel II en 1848 con el nombre actual. Tiene 42 académicos, divididos en las secciones de matemáticas, física y química y naturales. La imagen pública de la academia es el Vocabulario científico y técnico (editorial Espasa; 1.627 páginas; 10.500 pesetas), cuya tercera edición amplía hasta 50.000 los términos analizados, sólo sustantivos, junto con una doble entrada de vocabulario en español e inglés (la última edición del diccionario de la Real Academia Española tiene 83.000 voces). La comisión de la terminología científica de la academia trabaja en un sistema informático para unificar la lengua científica, tarea a la que contribuyeron Leonardo Torres Quevedo, Julio Palacios y Manuel Lora-Tamayo. El actual presidente, Ángel Martín-Municio (Haro, la Rioja, 1923), biólogo molecular, jubilado, en el cargo desde 1984 y académico de la Española, comprueba el paso de una sociedad científica a la riqueza del lenguaje científico. Señala que a finales de año, cuando se publique el vocabulario en un CD-Rom, tendrán 5.000 términos adicionales, y de cara al año 2000 el 90% de la novedad lingüística procederá de la ciencia y la técnica. En ese momento espera pasar de un vocabulario a un completo diccionario, donde se incorporen más términos de campos como el medio ambiente y las telecomunicaciones."El lenguaje científico es especialmente difícil, ya que se nutre de neologismos y el neologismo es una provocación a la lengua. La Real Academia recoge el uso, pero nosotros nos hemos impuesto el sentido de la anticipación", declara Martín-Municio. "La Seguridad Social ha contribuido a popularizar la ciencia, ya que, por ejemplo, todo el mundo conoce la resonancia magnética. Creo que el español necesita calidad y que se convierta en un lenguaje intelectual, capaz de tener correctamente definidos todas las cosas del mundo y de la naturaleza, contribuir a que los habitantes lo utilicen con más rigor en una sociedad más culta". El vocabulario se conectará en breve con las redes de Hispanoamérica, y de la base de datos saldrán otras publicaciones específicas.
Conciudadanos
Dos científicos coinciden en la dispersión social del lenguaje científico. El colombiano Manuel Patarroyo, inmunólogo, declara que "el científico se debe a la comunidad". "Se debe a la tierra, al país, a la etnia que le ha dado su origen. Es legítimo que utilice un lenguaje especializado en las reuniones, pero debe integrar la ciencia dentro de la cultura". El español Andrés Ripoll, ingeniero, 30 años en las agencias NASA y ESA, distingue entre la jerga de los expertos, con mucho uso de acrónimos, y el utilizado en la divulgación, "con un lenguaje ajustado y coloquial".El director del Museo de la Ciencia de Barcelona, Jorge Wagensberg, coordina la colección de Tusquets, donde acaba de aparecer La tercera cultura, con textos de físicos, filósofos, biólogos, informáticos y psicólogos, en edición de John Brockinan, quien los califica de intelectuales de la tercera cultura. Desde las dos culturas (C. P. Snow) de creadores literarios y científicos surge una democratización de la ciencia. "La ciencia influye cada vez más en la vida cotidiana y su lenguaje se toma del lenguaje común", declara Wagensberg. "La ciencia no es de los científicos, ofrece una visión del mundo". El flilósofo Jesús Mosterín es partidario de abrir puertas, de conocer la realidad por encima de un lenguaje especial. "En la mezcla entre ciencia y no ciencia se hallan las cuestiones con más sex appeal intelectual".
Babelia
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