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Especialistas en nuevas tecnologías buscan leyes diferentes para la 'cibercultura'

Madrid, escenario del primer congreso en Europa de la creación con ordenadores

Ingenieros, programadores, artistas, filósofos y exóticos internautas de todo el mundo se han dado cita en Madrid estos días para participar en el 5º Cyberconf, el primer congreso internacional sobre el ciberespacio que se realiza en Europa. Sobre la mesa se desgranan los temas que inquietan a los habitantes de este territorio inmaterial creado por las comunicaciones informáticas, la realidad virtual y la robótica. No se habla del futuro, sino del presente. "El ciberespacio existe y es algo Inseparable de la vida actual", dice Rafael Lozano-Hemmer, uno de los organizadores.

Todos formamos parte del ciberespacio, aunque muchos no nos hayamos percatado. Ese universo, a su vez, es utilizado por muchos miles de usuarios en todo el mundo. Una trama enmarañada en la que no hay un centro, un poder, una dirección. "El tema de la independencia en el ciberespacio es uno de los que más preocupan ahora", explica Lozano-Hemmer. "Los usuarios de Internet son receptores y emisores de información a la vez, no son actores pasivos. Como emisores no han necesitado licencias ni permisos como las que requiere una radio, por ejemplo. Eso tiene la ventaja de que la información es muy directa, y la desventaja de que a veces es un poco cruda, poco elaborada".En ese contexto ha surgido una Declaración de Independencia del Ciberespacio, que ha generado John Perry Barlow, uno de los popes de esta cibercultura y participante en este congreso (ex letrista del grupo hippy Grateful Dead y cofundador de Electronic Frontier Foundation), indignado por los intentos del Gobierno norteamericano de poner censuras a Internet, que para él es "como si los analfabetos intentaran enseñarte a leer" En esta declaración se habla de "un mundo que estamos creando, en el que todos podrán entrar sin privilegios ni discriminación por razones de raza, económicas, fuerza militar o clase social". Es una defensa de la libertad de expresión, global, universalista.

Pero tan encomiables deseos no han sido recibidos con un aplauso general, aunque las manifestaciones de protesta contra la censura en Internet han sido numerosas. Un grupo de jóvenes internatutas de los 90, que se autodenominan La red Crítica (Net critics) la clasifican de vieja fantasía hippy. "La red no es el territorio que él describe", decía ayer Pit Schultz, uno de los 150 miembros de este grupo. "No creemos que deba abogarse por una universalización de esta manera, sino por la multiplicidad de las identidades culturales, la cultura de la diferencia". Según ellos la defensa de la libertad de expresión es una pérdida de tiempo porque no hay manera de controlar las manipulaciones de la información en las redes ni detectar lo auténtico de lo falso.

La complejidad de estas nuevas relaciones sociales sin fronteras es también fuente de inspiración para los artistas, que usan los medios tecnológicos para sus obras. Guillermo, Gómez Peña, mexicano que vive en EE UU, presentará mañana en la Casa de América una performance elaborada tras una encuesta en Internet entre 5.000 estadounidenses sobre su idea de los inmigrantes mexicanos. Con esos temores él ha creado un personaje: el Mexterminator.

Otro de los participantes, Perry Hoberman, un artista que usa las tecnologías, piensa que el camino del arte tiende hacia la experiencia comunitaria, más que a la solitaria. "No creo obras para que una persona las manipule con su teclado o un ratón. Me interesa que mucha gente se relacione entre sí a través de mis instalaciones".

La Cyberconf de Madrid, patrocinada por la Fundación Arte y Tecnología de Telefónica, se propone estimular el debate sobre temas que, como éstos, están dando forma a las leyes y relaciones que nos guiarán en los próximos años. Una treintena de participantes expondrá durante el fin de semana los puntos de vista que han ido surgiendo en las redes, desde la "soledad del cibernauta", hasta los terceros mundos digitales (hay participantes asiáticos y africanos). "Deberíamos llegar a cierta ecología digital, en la que se logren los equilibrios entre la diversidad, las pluralidad y la confrontación de ideas", dice Lozano-Hemmer. "Las tecnologías se están democratizando, pero aún queda mucho por hacer".

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