_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Television católica

Vicente Molina Foix

No me avergüenza decir que he sentido como una pérdida la cancelación del programa de Antena 3 Dobles parejas. Estoy temporalmente separado de las cosas del mundo, y me reconfortaba ver un espacio donde sólo se hablabla de la cosa. ¿Hablaba? La cosa se veía todos los martes, no diré que frontalmente y a pelo, aunque sí, en una de sus contadas emisiones, ampliada en la pantalla gigante del plató dentro del paquete correspondiente al portador.Mi abandono de las cosas tangibles hace que sólo vea la televisión un par de horas a lo sumo, y siempre en lo que Shakespeare llamó la "hora bruja" de la noche, cuando todas las cosas son pardas. Pues bien: me molesta que Antena 3 juzgase que el programa genialmente conducido por Santiago Segura era improcendente (no se han atrevido a decir indecente), cuando todos los días a la misma hora vemos cosas mucho más duras flotando en los canales, incluido el de Antena 3, que emite los viernes La noche prohibida. Pero yo sé por qué quitaron el programa-concurso de Segura. Si me permiten dejar la cosa en suspense se lo contaré al final de esta columna. La teoría a la que he llegado en las largas horas de mi retiro anteriores al momento nocturno de ver la tele es la siguiente: la Iglesia romana es, a la postre, la responsable de la programación más verde de Antena 3 y Tele 5 (a veces descaradamente invitada por las sólo en apariencia más inodoras cadenas públicas). En ninguna televisión occidental y protestante se ve lo que hay que ver aquí; en ninguna, excepto la italiana, que es el modelo de la española, alumna aventajada y respondona, se exhiben tal cantidad de vicios. Los países más virtuosos, las joyas más históricas de la corona papal, hartos de que les machacaran con la cosa religiosa desde la cuna a la tumba, se han salido por la tangente -que se lo digan a Berlusconi- y no hay dios que les pare.

El iniciador de esta ola de pornografía que nos invade fue Pepe Navarro, aunque el suyo sea el programa más vergonzante (vergonzosos lo son todos) de la parrilla carnal. El sentido de culpa está tan inculcado que Navarro saca por un lado a un travestido dando instrucciones para el funcionamiento de la ducha dorada y por otro se hace el inocente o utiliza los remilgos del llamado Pepelu, quien por si las moscas, que en este país en el fondo todos somos muy machos, se encargó de advertir que él hace de mariquita pero no es gay. El suspiro de alivio de la comunidad homosexual española al saber que no contaba entre sus filas a semejante mamarracho aún se oye en el auténtico Mississippi.

La cosa nos acosa en esa franja horaria de la primera madrugada, donde no hay día que no nos den un beso negro, una lavativa, unos puntapiés masoquistas, un francés sin problema, un griego por entregas. En la última Noche prohibida oímos cómo un negro bien dotado -los pesos y medidas cuentan mucho aquí- se iba a la cama con un travesti que tenía un tatuaje en su miembro con la palabra "copla"; pasados a la acción la palabra tatuada se convertía en "Constantinopla". Antes un grupo de mujeres enteramente honradas y de mediana edad se pasó un rato ululando a la vista de tres canzoncillos bien ocupados por sus propietarios, quienes a continuación les dieron de comer la leche fermentada de un yogur.

¿Quién ve estos programas, quién sale en ellos? Señoras de Valencia, tenderos apacibles de un mercado, jubiladas, ancianos que nos hablan de "su primera vez", cuando no había tanta libertad, todos con un dominio del vocabulario sicalíptico que ya querrían muchos encargados de sex-shop (fist fucking, enema, cockring, son términos corrientes de estos programas). Lo que Antena 3 no quiso ilustrar por más tiempo -aquí viene mi revelación- es que la juventud, pues Dobles parejas se nutría de los chicos y chicas más bellos y simpáticos de nuestra sociedad, no sólo conoce y practica esas aberraciones. Por un viaje a la Manga o un coche de cilindrada media estaban dispuestos a hacerlo en vivo y en directo. Y a contarlo. ¿Qué futuro moral tenía la católica España? ¿Podía permitirlo la Conferencia Episcopal?

Al igual que uno vive en un limbo si no sigue de vez en cuando los periódicos y tertulias sindicados en el crimen, yo sostengo que nadie entrará en el reino de los cielos sin pasar una noche en el purgatorio de esta cosa que llamamos televisión.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_