Comerse el mundo

No se puede tocar con más sinceridad, aplomo técnico y entrega: Jorge Pardo sintetiza la profunda vehemencia de John Coltrane con el tono irónico de Sonny Rollins y el rajo de los cantaores flamencos; Perico Sambeat conoce al dedillo los hechos y palabras de esa recia dinastía de modernos gladiadores del saxo alto que va de Charlie Parker a Kenny Garrett. Pero, por muchos nombres ilustres que se citen, tenor y alto sólo se pertenecen conceptualmente a sí mismos.De un repertorio basado en piezas históricas como My shining hour, Wats new o Nice work if you can get it, se podría deducir que Pardo y Sambeat coquetean con la nostalgia complaciente. Nada más lejos de la realidad. Sus versiones plantean lúcidas y respetuosas objeciones a las normas trilladas, severas advertencias a la rutina, pasionadas exploraciones que asumen el riesgo.

Lástima que el músico creativo esté obligado al cambio constante. Si un grupo como éste se mantuviera unido, podría comerse el mundo.