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Una cosa por otra

Juan José Millás

Hay más colas que en la posguerra, lo que sucede es que se han vuelto invisibles. Ahora se las llama listas de espera y pasan inadvertidas porque no te obligan a estar de cuerpo presente, como antaño. Yo me hice hombre en una cola y allí aprendí todo lo que sé sobre enfermedades porque la gente, para hacer tiempo, hablaba mucho del hígado y de la color que a uno se le ponía cuando las glándulas no filtraban bien.La cola más didáctica era la del pan, porque hacías un master de desesperación en dos horas aunque la que a mí me volvía loco era la de la ferretería. Mi padre no fumaba, pero se pasaba el día sujetando cosas a las paredes, ése era su vicio, así que me mandaba a la ferretería a hacer cola para comprar tornillos.

Todo lo que sé sobre el sexo lo aprendí en uno de estos establecimientos de López de Hoyos, donde ibas con un enchufe macho y enseguida te buscaban la clavija hembra de su tamaño. Si el primero no encajaba en la segunda, el dependiente aplicaba un poco de grasa en las partes, o escupía, y se producía la cópula o unión, que luego resultó ser así mismo una cosa de las oraciones. La gramática y la ferretería tienen muchas cosas en común, en los asuntos venéreos en general, y con las enfermedades de origen sintáctico en particular.

Así que nos pasábamos media vida de cuerpo presente en una cola, de ahí que nos comportemos con tanta naturalidad en los funerales, donde sin pedir la vez sabemos cuál es nuestro sitio: cada año un poco más cerca del féretro. En todo caso, mientras permanezcamos insepultos no tenemos más remedio que rellenar instancias, poner denuncias, verter porquerías tóxicas en las alcantarillas, caer heridos en el metro o buscarnos el hecho diferencial entre las ingles como aquella cupletista se buscaba la pulga por las entretelas, que es muy excitante: la vida empuja, en fin, y si te quedas parado se te pasa la vez. Ahora, con las listas de espera, no hay forma de saber si es que todo el mundo se cuela o si te han cortado el teléfono, porque te tienen que llamar. Por eso es mejor la cola, porque tú mismo compruebas de viva voz lo que te queda por entrar en la residencia de ancianos, o en el quirófano, de manera que llegado el momento puedas decidir si vale la pena esperar o pedir la vez en la del tanatorio.

Los chabolistas desalojados del Cerro de la Mica están empeñados en hacer cola para recibir una. vivienda, pero en el Ayuntamiento les dicen que se censen, que si no están censados no pueden aspirar a nada en esta vida. El censo es, pues, una forma de espera como cualquier otra. Una vez que te apuntas, lo mismo te llaman para hacer la mili que para darte un disgusto.

Vivir consiste en esperar que te avisen de Hollywood o del juzgado de primera instancia, da lo mismo. En los juzgados de Madrid, según información de José A. Hernández, hay 13.800 causas civiles atascadas por culpa de una huelga de celo que los magistrados vienen realizando, desde diciembre. Parece una barbaridad, y en realidad lo es. De manera que si ha pensado usted en divorciarse, o en ponerle una querella a su vecino, es mejor que lo haga por la jurisdicción militar, porque por la civil va, a tardar más que los chabolistas del Cerro de la Mica en conseguir un piso.

Antes de que Rusia se convirtiera a la mafia criminal, ponían en la tele las colas que hacían los soviéticos para conseguir un poco de mantequilla y el comunismo nos parecía horrible. Pero imagínense lo que sería ver a 13.500 personas a la puerta de un juzgado de primera instancia, o a 10.899 ancianos, la mitad de ellos incapacitados, frente a la ventanilla de un asilo. Pues así están las cosas, lo que sucede es que con el invento de las listas de, espera las colas han pasado al territorio de la metafísica que duele un poco menos.

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En cualquier caso, hay que reconocer a estas listas una ventaja: y es que al no ser necesaria tu presencia en ningún sitio para que te guarden la vez, puedes estar en varias colas al mismo tiempo, de manera que a lo mejor no se te resuelve el divorcio, pero te llaman para operarte de la vesícula. Una cosa por otra.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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