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Los militares de EE UU y la NASA hallan cuatro nuevos asteroides cercanos a la Tierra

La búsqueda de cuerpos celestes persigue un censo para una alerta de posibles colisiones

Hay muchos más cuerpos celestes vagabundos que pasan por las cercanías de la Tierra de lo que se supone. En sus primeros cuatro meses de existencia, el nuevo programa de los militares y la NASA, en EE UU, de búsqueda de asteroides y cometas peligrosos para la Tierra ha encontrado cuatro nuevos asteroides cuyas órbitas cruzan la de la Tierra, el mayor de ellos con 1,9 kilómetros de diámetro. El fin es realizar un censo para evitar posibles colisiones con nuestro planeta. El peligro es que el programa se prolongue para poner a punto tecnologías defensivas antiasteroides, como misiles nucleares.

Con poca publicidad, los militares estadounidenses se han aliado con la NASA para buscar asteroides y cometas que pudieran representar un peligro para la Tierra. Hasta ahora esta búsqueda se había hecho principalmente por astrónomos de universidades, con equipos de menor sensibilidad: El telescopio utilizado es uno de un metro de diámetro de la base de vigilancia espacial de la fuerza aérea de Estados Unidos en Maui (Hawai), normalmente usado para vigilar satélites extranjeros. Está situado en el monte Haleakala a 3.000 metros de altura y se le ha añadido un detector muy sensible fabricado por la NASA.Para producir un desastre planetario, un asteroide o cometa tendría que tener un diámetro de al menos un kilómetro. Entre los muchos miles de cometas y asteroides que surcan el sistema solar, unos 1.700 de los que cruzan la órbita terrestre tendrían el tamaño suficiente para resultar catastróficos. La probabilidad de una gran colisión con la Tierra es remota, quizá una cada 300.000 años, pero los científicos reconocen que este cálculo tiene poca base y en general consideran necesaria una mayor vigilancia.

Un mapa en 20 años

El objetivo es ahora realizar un censo de los asteroides y cometas cuyas órbitas cruzan periódicamente el camino de la Tierra cuando gira alrededor del Sol. Del censo se derivaría una alerta de colisión que se haría a un plazo que podría variar entre pocos meses y muchos años."Es un buen ejemplo de cómo la infraestructura militar y la tecnología de la NASA pueden trabajar juntas. El mapa estará terminado en 20 años", ha señalado John Gibbons, asesor científico de la Casa Blanca. "Resulta inquietante ", dice Eleanor Helin, directora científica del proyecto. "Estas cosas han estado ahí siempre y nunca las hemos visto".

Los cometas y asteroides son restos de la creación del sistema solar. Los primeros, compuestos probablemente de hielo y un núcleo rocoso, se acercan a la Tierra cuando fuerzas desconocidas los arrancan de sus órbitas primitivas en los bordes del sistema solar por lo que su llegada, como la reciente del cometa Hyakutake, es bastante imprevisible. Los segundos, rocosos y apenas visibles, forman un cinturón estable entre las órbitas de Marte y de Júpiter y, una vez identificados, sus órbitas se calculan con gran precisión.

El interés por encontrar cuerpos celestes peligrosos para la Tierra creció a medida que tomaba fuerza en los ochenta la hipótesis del físico Luis Alvarez, premio Nobel, de que un asteroide de unos 10 kilómetros de diámetro chocó contra la Tierra hace 65 millones de años y causó extinciones masivas, entre ellas la de los dinosaurios. Durante esa época, hubo financiación pública para proyectos universitarios de búsqueda, entre ellos el de Tom Gehrels, de la Universidad de Arizona, que con un telescopio en el observatorio de Kitt Peak encontró centenares de asteroides que pasaban a corta distancia de la Tierra, algunos incluso entre la Tierra y la Luna. En 1993 un asteroide de nueve metros de diámetro pasó a sólo 150.000 kilómetros de la Tierra y ese mismo año un astrónomo prestigioso aseguró que en 2126 el cometa Swift-Tuttle podría chocar con el planeta.

En 1990 el Congreso de Estados Unidos pidió a la NASA que estudiara este peligro. El tema se paralizó hasta que surgió el gran espectáculo cósmico del choque del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter en 1994 pero cuando ya había planes para una búsqueda sistemática con una red de telescopios de la NASA, llegaron los recortes presupuestarios. El resultado de todo ello es el actual programa, que cuesta apenas un millón de dólares (127 millones de pesetas) y que comenzó en diciembre y encontró rápidamente centenares de nuevos objetos, la mayor parte de ellos asteroides que orbitan entre Marte y Júpiter. Pero también encontró grandes rocas que se acercaban mucho más a la Tierra. El telescopio puede detectar objetos en movimiento de sólo un metro de diámetro, insuficientes para causar una catástrofe global pero suficientes para causar desastres regionales. Próximamente se va a perfeccionar el detector electrónico para detectar cuerpos todavía menos luminosos.

Defensor planetario

Los científicos están en general de acuerdo con la necesidad del censo pero no con la de que el ejército estadounidense se convierta en un defensor planetario. "Para mí es mucho mejor que trabajen en misiones nuevas en vez de tratar de resucitar viejas misiones que ya no son necesarias", ha señalado John Pike, de la Federación de Científicos Americanos, en referencia al extinguido programa de la guerra de las galaxias. Gibbons, por su parte, señala que es necesario evitar que la búsqueda se convierta en una excusa para desarrollar tecnologías militares para las que no hay necesidad. "Si se ve algún peligro en el horizonte hay suficiente tiempo para sentarse y pensar en lo que se puede hacer", asegura.

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