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CINE

Con otros ojos

A primera vista, Antonia es uno de esos filmes bucólico-pastoriles, sagas familiares que abarcan varias generaciones, maquillaje para envejecer drásticamente a personajes que casi hemos visto nacer, crónica voluntariamente poco apresurada del gran tema del cine, del gran tema a secas: el discurrir del tiempo.Y, sin embargo, Antonia tiene muy poco, o más bien nada que ver con las sagas familiares al uso. Retrato ejemplar de una mujer que, al acabar la Segunda Guerra mundial, decide tomar su destino por los cuernos, el filme articula una historia-saga, claro está, pero de la que está ausente toda tentación de emulación de películas anteriores. En primer lugar, lo que más sorprende es su radical alejamiento del cine al uso: ciertamente, su tempo y su puesta en escena están cercanos al clasicismo, con algunos toques surrealistas que derivan del punto de vista de algunos de los personajes, y con una galería de personajes sencillamente sorprendente.

Antonia

Dirección y guión: Marleen Gorris.Fotografía: Willy Stassen. Producción: Hans de Weers. Holanda, 1995. Intérpretes: Willeke van Amelrooy, Els Dotterinans, Jan Decleir, Marina de Graaf, Mil Seghers, Veerle van Overloop, Elsie de Brauw. Estreno en Madrid: Madrid e Ideal.

Pero, en el fondo, lo que la para nosotros desconocida Marleen Gorris (es éste su quinto largometraje) opera en el seno de la narración es la búsqueda de un fluir de las imágenes alejado de la cadena causa-efecto habitual, un desplazamiento del interés de lo narrado hacia el mundo femenino -razón por la cual los avispados miembros de la Academia de Hollywood le han concedido el Oscar a la mejor película extranjera-, pero no sólo en sus personajes, sino también en la contemplación de los detalles, en una determinada concepción de la vida alejada de la competitividad y fuertemente asentada en la comprensión y la tolerancia: la entronización, en suma, de valores alternativos a los históricamente acuñados por el cine dominante.

Arquetipos desterrados

De esta forma están desterrados del filme los arquetipos al uso: ni la relación entre Antonia y, las tiene nada de convencional, ni su democrática forma de entender el desarrollo de sus hijas responde a esquemas preestablecidos, ni su concepto de familia, en fin, tiene correlato alguno con, los habitualmente propuestos por el cine. Así, Gorris realiza, la aparente cuadratura del círculo: sin abandonar del todo los modos de hacer del cine al uso -la puesta en escena, la interpretación, el empleo de la voz en off, el control del ritmo-, es capaz, no obstante, de proponer un modelo alternativo coherente, una manera de ver el mundo personal y a contracorriente; y una forma, en fin, de escribir la historia desde donde pocas veces se escribe.

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