El canon de Aznar
TODA DECLARACIÓN de principios se caracteriza porque nadie puede estar en contra de ella, y no es una excepción la presentada ayer por el nuevo Gobierno. Del catálogo de principios indiscutibles disponibles en el mercado político, el PP se ha acogido a algunos de los mejores: austeridad, transparencia, diálogo y ejemplaridad son los destacados como inspiradores de la acción de gobierno. La elección no guarda especial relación con los valores propios de la tradición ideológica en que se reconoce el PP, pero sí con los reproches de ese partido al anterior Gobierno: despilfarro, opacidad (de los pactos con Pujol, singularmente), prepotencia, corrupción. Se trata, sin duda, de una definición de intenciones demasiado genérica, pero aciertan los nuevos gobernantes al suponer que, sobre todo, se les medirá, al menos en los primeros meses, por su capacidad para no cometer los mismos errores o desafueros de los que acusaron a los socialistas.La declaración reitera los propósitos expuestos por Aznar en el debate de investidura, y vuelve a hacerlo en términos escasamente comprometidos, sin fijar plazos ni apuntar las mediaciones necesarias. El Gobierno asume expresamente los pactos suscritos por el PP con los nacionalistas, aunque sigue sin responder a las preguntas que Aznar no contestó en el Congreso: por ejemplo, cuánto costará la financiación adicional que resulte del nuevo sistema y de dónde se recortarán los gastos a fin de que no incremente el déficit. A otras cuestiones delicadas se responde con invocaciones al consenso, y está bien que lo haga el Gobierno, porque la superficie necesitada de acuerdos ha aumentado; pero alguna vez tendrá que empezar a explicar qué medidas concretas piensa adoptar (o proponer a las demás fuerzas para adoptarlas en común). De momento, sólo sabemos cuáles son sus objetivos, y también qué cosas no piensa hacer, como recortar las pensiones o privatizar la sanidad, contra lo que afirmaron sus enemigos. Pero no sabemos de las "reformas de los sistemas de pensiones, educación y protección social" que sí se propone realizar ni, aparte la supresión de los gobernadores, cómo afectará al personal contratado por la Administración la reforma de la misma "en su organización central y periférica" que se anuncia.
En fin, es posible que el recorte presupuestario que aprobara el Consejo de Ministros el viernes aporte pistas más Concretas. Gobernar es elegir perjudicados: en cuanto comience a hacerlo, el nuevo Ejecutivo tendrá que decidir entre disgustar a unos o molestar a otros. Es duro, pero así es el ejercicio del poder.
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