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Tribuna
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De hitos y apuestas

La negociación que durante los dos meses siguientes a las elecciones han mantenido los representantes del Partido Popular, en adelante PP, y los de Convergència i Unió, en adelante CiU, terminó el domingo con una cena de matrimonios, según subraya Abc, mediante la que se solemnizarón los pactos alcanzados. El resultado visible han sido 18 folios de acuerdos variopintos que acogen cuestiones de: muy distinto tonelaje referentes a materias a veces vaporosas y en ocasiones de extremada concreción. Para el presidente del PP, José María Aznar, el pacto suscrito es un hito histórico. Para el lider de CiU, Jordi Pujol, se trata de una apuesta fuerte para él definitivo vuelco de España. Desde el comienzo queda claro que el próximo presidente del Gobierno se siente emplazado ante la Historia mientras-que el de la Geneiralitat prefiere hablar de apuestas y reclamar más adelante competencias sobre el juego.Una primera lectura del texto, que se facilitó el domingo a la opinión pública, permite observar que de los 11 capítulos pactados los siete primeros -como los bombones de nuestra infancia- no saben a nada. Se limitan a imponer obligaciones difusas y unilaterales al Gobierno del PP que resulte tras la investidura de Aznar por el pleno del Congreso de los Diputados el próximo sábado 4 de mayo. Se trata de invocaciones generales sobre la modernización, el empleo, la economía productiva, la competitividad necesaria, el cumplimiento de los criterios de convergencia enunciados en Maastricht, la reducción progresiva del déficit público, la beneficiosa desregulación y liberalización de la economía, la contención de la inflación, la austeridad, eficacia y transparencia, la solidaridad, el mantenimiento y la mejora de las prestaciones del Estado del Bienestar, el fortalecimiento de la vertebración social, territorial e institucional de España, el desarrollo de la sociedad civil y la actividad política transparente en favor de los ciudadanos.

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¿Es imaginable que los negociadores populares y convergentes del Compromiso del Majestic hubieran convenido algo en contrario de cuanto se ha resumido en el párrafo precedente? Para responder basta observar cómo quedarían las anteriores prescripciones si se sometieran a una sencilla inversión para hacerles decir a los firmantes: que se oponen, a la modernización, que están por el desempleo, que apuestan por la economía especulativa, que propugnan apartarse de los criterios. de convergencia, que quieren el incremento del déficit público, que promueven más estrictas regulaciones y controles sobre la economía, que buscan la subida de la inflación, que se pronuncian en favor del despilfarro, la ineficacia y la opacidad, que garantizan el desmantelamiento de las prestaciones del Estado del Bienestar y la desvertebración social, territorial e institucional de España, que pretenden bloquear la sociedad civil y que aspiran a perjudicar a los ciudadanos con su actividad política. Es decir, que, con la aplicación de este criterio para suprimir redundancias, quedan eliminados por innecesarios los cuatro primeros folios.

Así llegamos al capítulo octavo, concebido como una mera declaración de buenas intenciones sobre el otrora denostado consenso, en cuya cuenta se pusieron tantas aberraciones. Su redacción, como los sorbetes de apio, prepara un cambio de sabores y sirve de transición para descender de la esfera de las generalidades abstractas e incontrovertibles, que salpican la primera parte del menú, hasta el terreno consistente de los compromisos en metálico. En seguida, el capítulo noveno establece las pautas para conformar, en sintonía con las aspiraciones de Pujol, el sistema de financiación autonómica. El décimo da por buenas las transferencias de fondos para la sanidad que quiso el Gobierno en funciones y bloqueó el PP.

Por último, el undécimo hace un glorioso saldo donde se puede encontrar la supresión de los gobernadores civiles, las modificaciones legales para aumentar las funciones de los mossos d'esquadra, la asunción de competencias sobre el tráfico, sin las cuales al parecer el hecho diferencial sufriría grande menoscabo, y se añade otras transferencias como el Inem, los fondos sociales europeos, los puertos, la Ley de Costas, la del Suelo, la supresión del servicio militar -de Cataluña vengo de servir al rey, cantaban los niños jugando al corro- y otras bagatelas sobre autopistas. Eso sí, a la búsqueda del equilibrio perdido, CiU se compromete en el párrafo final a votar la investidura del candidato Aznar. Será que nos conviene. Pues sea, pero basta de hitos históricos que entran en resonancia negativa.

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