El arte viaja por estaciones y aeropuertos
Las colecciones públicas catalogan y exporten sus fondos de escultura y pintura actuales
Las colecciones públícas de arte abandonan despachos y oficinas para ser sometidas a una revisión, que ya se difunde en forma de catálogo y en otros casos en salas de exposiciones. En los últimos días han aparecido los estudios de fundaciones como Aena (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), Argentaria, Ferrocarriles Españoles e Instituto de Crédito Oficial (ICO) sobre sus fondos de arte, que abarcan los últimos 30 años. Otras instituiciones, han abierto el camino, como Telefónica, Casa de la Moneda y Tabacalera, junto con el sector privado, como la Calxa, el Central Hispano y March.
El equipaje de Eduardo Úrculo tropieza con los viajeros en tránsito por la estación de Atocha de Madrid. Es una de las 70 esculturas repartidas en 28 estaciones de Renfe y Feve que han sido incluidas en el catálogo recien editado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Los tres boteros situados en los aeropuertos de Barcelona, Palma de Mallorca y Madrid descubrieron otras piezas que forman un fondo de 1.200 obras colocadas en 35 de los 40 aeropuertos españoles, de las que la Fundación Aena ha seleccionado 300 de arte contemporáneo, que este año ha mostrado en Arco y Madrid y el próximo año montará en Barcelona.Las dos fundaciones que mantienen un patrimonio artístico disperso en estaciones y aeropuertos se crean en los últimos dos años con un programa pare cido para fomentar el estudio y la difusión de los grandes medios de transporte, mediante becas y premios, y actualizar los viejos inventariós de las obras de arte adquiridas con la evolución y nuevos edificios.
Renfe tiene un fondo de arte de unas 700 obras, entre esculturas, murales, pinturas y gráfica, para decorar oficinas, despachos, vestíbulos y exteriores de las estaciones. La colección de escultura contemporánea se ha reducido a 70 piezas de 62 artistas, que ya adornan las estaciones de 28 ciudades, sobre todo en las de alta velocidad (Sevilla Madrid, Córdoba y Ciudad Real) y en la de Francia y Sants, de Barcelona.
En el inventario de Renfe hay una pieza de 1899 y obras de los años cuarenta y cincuenta, pero la colección empieza a tener coherencia a partir de los años setenta, que se encargan murales, y en los ochenta con el plan de modernización de las estaciones. Según Juan Altares, coordinador de actividades culturales de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, un comité interno de Renfe elige a artistas vinculados a su tierra, en una mezcla de consagrados y nuevos valores. En la lista de la colección de esculturas figuran Alfaro, Leiro, Ibarrola, Rom, Úrculo, Palazuelo, Barbi, Catania, Pladevall, Oteiza, Navarro, Badiola, Sempere, Iglesias, Bordes y otros.
Metros de murales
Las tres obras de Botero compradas por Aena en 200 millones, tras la exposición en la Castellana de Madrid, rompieron la imagen del arte en los aeropuertos, dominado hasta entonces por kilómetros de murales. Enrique Moral, director gerente de la Fundación Aena, no ha encontrado una explicación al predominio en los años sesenta de los murales encargados a Amadeo Gabino, Joaquín Vaquero Turcios y Francisco Farreras, cuyas piezas no bajaban de los 10 metros. Los murales son los más afectados por las transformaciones de los edificios, al no identificarse con las nuevas superficies de cristal. En Barcelona están desmontados los 120 metros de un muiral de Gabino y en Alicante los 140 de Sempere que rodeaban la fachada del antiguo edificio. En otros casos encuentran nuevo sitio, como el tríptico de José Luis Verdes en Barajas.Del inventario de unas 1.200 obras, entre pintura, escultura y gráfica, se ha hecho una selección de 300 piezas de arte Contemporáneo -con una valoración de 1.060 millones de pesetas-, donde figura una amplia nómina de artistas, como Blanco, Zóbel, Corberó, Fajardo, Mignoni, Torner, Úrculo, Múñoz, Toral, Feito, Chillida, Saura, Labra, Botero, Domínguez, Alberto, a los que se acaban, de unir Genovés (de su última exposición) y Arroyo (una de las obras de la Bienal de Venecia). Una muestra con 60 piezas se reunió por primera vez en el último Arco y en el Centro Cultural de Madrid y el próximo año viajará a Barcelona.
El turismo provoca la colección de Aena y sus etapas a lo largo de los últimos 30 años; se identifican con el desarrollo de la principal fuente de divisas y la ampliación de los propios edificios, que en algunos casos se convierten en contenedores, de arquitectura, como los de Sevilla (Rafael Moneo), Bilbao (Santiago Calatrava) y Barcelona (Ricardo Bofill).
Tras la oleada de los primeros murales, el año 1982 y los Mundiales de Fútbol (con UCI), José Luis Álvarez ministro de Transportes) aportan encargos y un criterio selectivo, donde entran Sempere, Muñoz, Guinovart, Guayasamín, Palazuelo, Canogar, Clavé. La principal fuente de suministro del fondo histórico es la galería Biosca y alguna subasta, donde aparecen Camarasa, Alberto, Domínguez, Mir. Los criterios de adquisición de obras, con el informe de la fundación, se centran en completar la propia colección, tener presente a los jóvenes artistas e iniciar un fondo de pintura iberoamericana.
El aeropuerto de Palma de Mallorca superará este año los 25 millones de pasajeros y el de Madrid-Barajas los 19. La primera imagen artística de los visitantes -en algunos casos nada más salir de los fingers- se está modificando, y la Fundación Aena realiza también un plan de restauración de obras y nuevo montaje en numerosos casos, según la evolución y necesidades de los edificios. En muchas piezas, con nueva iluminación, ya no es posible encontrar la aportación de los chicles y el continuo efecto de aspiradoras.
Frente a los problemas de dispersión y movilidad de las obras, aumentará la difusión de la colección con la próxima salida de la revista Aena-Arte, que será dirigida por el periodista Félix Santos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.