Manuel Vicent desvela en su última novela las claves de su generación
'Jardín de Villa Valeria' es, según el autor, una "visión impresionista" de la realidad
El escritor Manuel Vicent (Villavieja, Castellón, 1936) trata de desvelar en su última novela, Jardín de Villa Valeria (Alfaguara), las claves estéticas, políticas y sociales de una generación, la suya, a la que calificó ayer de "ingenua". Con una mezcla de personajes reales y ficticios, el tiempo narrativo comprende desde los años sesenta hasta la Regada de los socialistas al poder.
Reiteró en varias ocasiones el escritor levantino que su novela no es un ejercicio de nostalgia, ni una historia naturalista a lo Balzac, sino una "visión impresionista" de una realidad muy concreta, en escenarios reales y reconocibles. La narración arranca con una reunión de progres, en terminología de Vicent, en Villa Valeria, una casa de la sierra madrileña. Un comunista reciclado en candidato al Congreso por el PSOE, una ex maoísta secretaria de un jefazo de la IBM, un psiquiatra en cuya consulta hacen cola los "residuos humanos del mayo francés" y un escritor con pantalones de campaña y patillas largas, por más señas llamado Manuel, entre otros, comparten una paella con Dolores Ibárruri, recién llegada del exilio.Por la novela van pasando todos los acontecimientos esenciales de aquellos años. "Es una generación ingenua", definió el novelista, "que aún estaba dispuesta a poner la mano en el fuego por alguien". Tamames, López Salinas, Boyer, Pablo del Amo, el fiscal Chamorro o el policía Billy El Niño aparecen en la novela, mezclados con otros personajes ficticios, "no porque no existan", matizó el novelista, "sino porque están tratados de forma fragmentaria". Comentó Vicent que incluso pidió permiso a los personajes reconocibles que se citan y les ofreció la novela para que corrigieran lo que no considerasen adecuado.
Experiencia
El escritor dijo que Jardín de Villa Valeria no es una obra autobiográfica ni ha tratado de contar sus "batallitas", lo que considera que no tiene ningún interés. "Nunca se debe escribir sobre lo que se ha vivido", señaló, "sino sobre lo que se ha experimentado". La transformación de la vivencia en experiencia estética es la única forma de crear una literatura en la que pueda reconocerse el lector. "Me parece impúdico y desmedido escribir mi autobiografía, pero quiero que se sepa que lo que se dice en la novela lo he visto o me lo han contado de primera mano: lo he experimentado".Jardín de Villa Valeria es una novela que empieza con la ilusión de toda una generación en el año 1977 y termina con una niña que se columpia en un paisaje desolado, dijo el presentador del libro, Rafael Azcona. Fue una presentación inusual, ya que el guionista y escritor no asiste nunca a actos públicos y el director editorial de Alfaguara, Juan Cruz, trasladó sus palabras. Para Azcona, que se entusiasmó tanto con la lectura de la anterior novela de Vicent, Tranvía a la Malvarrosa, que se puso inmediatamente a escribir el guión de la película, esta nueva obra es "sobrecogedora".
Vicent, de quien Francisco Umbral ha escrito que es "un preciosista de lo atroz", habló de Madrid y Valencia, de cine y de periodismo. Autor de escritura precisa y rica en matices, Vicent es un gran forjador de espacios y de imágenes. Ha logrado fijar el símbolo de los años cincuenta en un tranvía y, ahora, el de los años sesenta y setenta en una casa derruida. Todavía no sabe, aunque debe intuirlo, cuál es el símbolo de nuestros días.
El próximo lunes, dentro del ciclo Maneras de mirar, presentará su novela en la Fundación Thyssen, en Madrid. Conversará con el periodista Javier Rioyo y la actriz y directora Iciar Bollaín leerá un capítulo de la obra.
Babelia
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