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Eduardo Haro Tecglen se adentra en su memoria de infancia republicana

Rocío García

"Es menos doloroso escribir que guardar", afirmó ayer el escritor y colaborador habitual de EL PAÍS Eduardo Haro Tecglen en la presentación de sus memorias infantiles, recogidas en el libro El niño republicano, editado por Alfaguara. Escogió el 12 de abril, conmemoración de las elecciones que acabaron con la Monarquía en 1931, y el edificio del Círculo de Bellas Artes de Madrid. El próximo domingo, 14 de abril, fecha en la que se conmemora la proclamación de la II República, lo reserva para dar a conocer oficialmente su obra con la participación de Joaquín Leguina, Alberto Ruiz Gallardón y Carlos Castilla del Pino, en la librería Crisol de Madrid a las 12.30.Haro Tecglen explicó que la obra narra sus recuerdos de niñoa retazos "sin orden ni demasiado concierto". "La mayor parte de estos recuerdos", añadió el escritor, "son medio falsos o medio reales, es la bruma que queda en la memoria". Haro nació en el verano de 1924 y vio llegar la República -"me gusta referirme a ella en ordinal, la II República, por la esperanza de que pueda haber una lII"- en el madrileño barrio de Chamberí. "Fui acogido por su enseñanza y su estética popular y culta. La vi perder y con ella la noción de patria", explica Haro Tecglen en el libro.

Confesó Haro que la obra desprende un profundo sentimiento de pérdida personal y que la nostalgia le ha acompañado en su escritura. El periodista Carlos Luis Álvarez, Cándido, destacó el profundo republicanismo de Haro Tecglen, "no fundamentalmente como actividad política, sino existencial, que comporta valores morales de muy alta calidad", y la sombra de la madre que atraviesa todo el libro. Cándido destacó de su amigo Haro que "no es un católico profesional, pero que los valores cristianos los tiene grabados a fuego en su corazón". El escritor le dio la razón. "Las verdades o elementos básicos del cristianismo, como la ética y la honestidad, los recibí en esa época [la República] y son republicanos", añadió Haro Tecglen. "En mi familia había una presencia cristiana continua que yo asumo. Creían en Jesús como hombre terrenal, como un sabio de su tiempo", explicó. "Estás continuamente justificando tu cristianismo", le dijo Cándido. "Es verdad", respondió Haro.

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