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Italiano retrata en 'Un aire de familia' a una mujer, perseguida por su pasado

"He contado una historia trágica en tono ligero", dice la escritora

Amelia Castilla

Un aire de familia (Seix Barral), la primera novela de Silvia Italiano (Buenos Aires, 1950), estuvo a punto de no serlo. Apenas llegó a la página 50 se dio cuenta de que sólo había material para un cuento. Cecilia, el personaje central de la obra, existía, y el símbolo de la erupción del volcán Hudson, en la Patagonia, como escenario, también. "La solución llegó cuando comprendí que no podía imponerle una historia al personaje, que éste tenía que andar solo. Suena muy pirandelliano, pero no lo es", dice la autora.

La segunda etapa, de la historia de Un aire de familia se fue construyendo como ajena a la voluntad de la escritora. "A partir de cierto momento, quien siguió los pasos de Cecilia fueron sus miedos su inseguridad, sus deseos y su pasado", asegura. Italiano, recién llegada a Madrid desde París, la ciudad donde trabaja como free lance para organizaciones de Naciones Unidas.El miedo, la memoria, el cambio y los viajes son los temas centrales de la. obra, que relata las peripecias de una mujer que quiere cambiar radicalmente de vida y construirse un futuro a la medida de sus deseos. Uno de los elementos que considera más positivos de su novela es "haber contado una historia trágica en un tono ligero. La gente sufre, tiene historias terribles, y al mismo tiempo toma café con los arnigos". Define Italiano Un aire de familia como "una novela psicológica", porque cuenta la historia de una persona que explora en su interior, aunque la obra tiene un segundo protagonista que es Nueva York.

En la novela hay un recuerdo también para los desaparecidos argentinos. "Sería una impostura no mencionarlos de algún modo. El problema de los desaparecidos ha afectado a todos los que vivieron la época con los militares en el poder", dice.

La obra está escrita deliberadamente en argentino. La escritora, que es profesora de español, tiene prohibido para su trabajo en la ONU usar el vos o cualquier otro localismo de su país natal. "Allí hablamos el onunciano, un idioma que trata de ser neutro y yo misma ya no puedo llamar pollera a una falda o tapado a un abrigo, pero pensé que la novela ganaría en color y expresividad si la escribía así".

Nunca se vio a sí misma con una gran carrera literaria por delante. De hecho, pinta -la portada del libro es un dibujo suyo-, es ceramista, ha hecho ballet... Pero la escritura acabó ganando la partida. Fueron los continuos traslados y el encontrarse sola en ciudades desconocidas lo que motivó esa necesidad. "Nunca tuve una vocación clara, siempre quise hacer otra cosa. Es delirante, pero mi vida es así. Al final, creo que la escritura se adapta mejor a la vida nómada que llevo. Empecé escribiendo cartas a los amigos, luego cuentos y ahora novelas", asegura Italiano, que ya prepara su segunda obra.

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